Nacimiento de Gerard en Clínica Corachán – Junio 2014
Tu nacimiento iba a ser diferente que el de tu hermana, principalmente porque ahora estábamos informados, documentados, formados… Es triste que casi tengamos que hacer un máster en ginecología y obstetrícia para conseguir un nacimiento respetado, pero hoy por hoy las cosas en este país están así y no ha quedado más remedio que buscar y rebuscar para conseguir profesionales que tengan amor por el trabajo que hacen y no nos traten como un trozo de carne o un número.
Igual que con tu hermana, en cuanto decidimos ir a “buscarte” fue dicho y hecho, nos “embarazamos” a la primera. A mi me hacía ilusión otra niña, la vena economista también salió y ya me veía aprovechando toda la ropa de tu hermana, el sobrestock de vestidos que le regalaron y ni estrenó y todos los modelitos rosas que había guardado.
Este embarazo fue caótico, estuve enferma día sí y día también, antes de saber que estaba embarazada ya tuve una cistitis, luego seguimos con gastroenteritis, todos los resfriados que cogía tu hermana los cogí también, tuve un cólico nefrítico que pasé únicamente con paracetamol, ciática e incluso me dió tiempo a coger un virus que amenazó nuestro PVDC en la semana 40. Vamos, un desastre. La gente me decía que si el embarazo iba así es que el parto iba a ser muy fácil, supongo que para animarme, aunque yo llegué a creérmelo, porque el de tu hermana fue como la seda y acabó en cesárea.
Ya teníamos nueva doctora lejos de la clínica donde nació Clàudia, la gente me decía que era muy hippie y pro parto natural, y la verdad es que hasta el final ella no dudo de mi capacidad de parir. Fuimos visitándonos y seguimos los pasos de su famoso tríptico donde te explicaba cada semana que me iban a hacer en cada visita, así no me pillaba desprevenida, antes de ir ya tenía claro lo que nos iban a hacer. Me mandaron hacer los análisis donde se realiza el triple screening y los resultados no salieron muy mal pero tampoco muy bien, para mi fue un drama, no dormía pensando en que te podía pasar algo teniendo en cuenta esa estadística, también me daba miedo hacerme una amniocentesis por si te pasaba algo y al final decidí pagar por hacerme el Harmony y sólo analizar la sangre. Decidí hacérlo en el Clínic porque además del análisis me harían una ecografía de alta definición donde se vería alguna posible malformación, me dieron hora rápido y tuve que ir sola porque tu padre se tuvo que quedar con tu hermana. Realmente lo pasé mal, mientras esperaba vi a una pareja salir llorando de la consulta, supongo que la ecografía mostró algo que no era bueno, tampoco me atreví a preguntar, yo no sabía cómo iba a salir de esa consulta. Cuando me tocó a mi, lo primero que le dije a la doctora fue que no se asustase por mis pelos de las piernas, como fue de improvisto ni me dio tiempo a depilarme… La verdad es que me dijo lo que todo el mundo te dice, que estaban curados de espantos.
La ecografía mostraba que todo estaba bien y aparentemente no había ninguna malformación, me dijo que no se veía muy bien, pero que ella diría que eras un niño, así que mi esperada niña era un varoncito. Al cabo de un par de semanas llegaron los análisis y efectivamente salieron bien, además confirmaron que sí, que eras un niño, ya podíamos pensar nombres, comunicarlo a la familia y buscarte unos padrinos, hasta ahora sólo lo sabían tus abuelos, no queríamos que nos mareasen mucho sin saber que todo iba bien.
Yo seguía dando vueltas a que quería para ti un nacimiento respetado, no tenía claro que si al llegar a la clínica las comadronas que me atendiesen hasta llegar la doctora iban a estar por la labor y eso me estresaba y no me dejaba vivir. Al final decidí contactar con Néixer a Casa y decidimos dilatar en casa y en cuanto estuviese lista, irnos a la Corachán a parir, además, las comadronas tenían contacto directo con la doctora que me llevaba así que era lo ideal, eso era lo que yo quería. Después de un par de visitas en el centro y tener claro que la dilatación seguro iba a ser en casa, decidimos que si me “venía arriba “ y decidía no irme, me atenderían el parto en casa, sería un sueño y un darle en las narices a toda esa gente que decía que después de una cesárea era otra cesárea o que lo que yo quería en mi parto era muy “peliculero”, quería callar bocas y demostrar que como en casa no se estaba en ningún sitio. Me acuerdo que en la primera entrevista que tuve con Roser, me dijo si íbamos a querer fotos y le dije que no, que si con tu hermana no hubo, contigo tampoco… En ese momento tu padre me dijo que me iba a arrepentir, y cambié de idea, tenía razón, sí que quería fotos y vídeo, sí que quería recordar ese momento.
Fueron pasando las semanas y las visitas de mis comadronas en casa y de la doctora en la consulta se iban alternando, hasta que llegamos a la semana 40 y cogí un virus que me hizo subir la fiebre muchísimo sin tener ningún síntoma más. Me visitó Roser que justo estaba haciendo un examen en el Colegio de Enfermeras, que está al lado de casa, y tú seguías bien, pero la fiebre era muy rara y me sugirió que fuese de urgencias a Corachán y que me mirasen de qué podía ser. Aquí empezó el drama, tu padre estaba trabajando y me iba a ir sola, cuando estaba haciendo una bolsa de cosas para llevarme por si acaso y cogiendo mi historial, Roser ya se había ido, pero Inma la llamó que ni se me ocurriese ir allí, que era cesárea segura según le había dicho mi doctora, que no se iban a arriesgar. Me recomendaron ir a un hospital público, el que más cerca está de casa es el Hospital del Mar, que también es una fábrica de cesáreas, dónde podía ir, recordaba experiencias que había leído en Apoyocesáreas y Dona Llum y al final decidí ir a la Maternitat pero en cuanto llegase tu padre, ya no iba de una hora más y no quería ir sola por lo que pudiese pasar, cogí mi bolsa y tu bolsa, por si nacías aquella noche y pedí a la lista de AC muchas velitas para que todo saliese bien.
Llegamos allí y lo primero que me dijo la comadrona, que por cierto, era muy desagradable, que me quitase la ropa y me pusiese la bata que me iban a monitorizar y hacerme un tacto. Ahí me vine arriba y demostré lo aprendido, le dije que no me pensaba quitar la ropa, que teniendo fiebre dónde iban haciéndome un tacto, no dijo nada más. Me pusieron los monitores y estabas bien, luego paracetamol en vena y la fiebre marchó para no volver. También hicieron una ecografía y unos análisis para descartar que no hubiese nada más y por suerte y después del susto me mandaron a casa y pude seguirte esperando.
Superamos la semana 40 y mi espalda estaba destrozada, así que justo al cumplir la semana 41 pedí hora al fisio a ver si me apañaba algo para poder seguir. Me dijo que me iba a hacer una maniobra para ver si me ponía de parto de una vez y efectivamente, por la noche empezaron los pródromos, no sé si fue lo que me hizo, por la luna o porque ya tocaba, pero la cosa se puso en marcha. Lo recuerdo brutal, cómo iba a poder aguantar el parto si me costaba aguantar eso… Al día siguiente, viendo el panorama, les dijimos a tus abuelos que se llevasen a tu hermana y así estaríamos más tranquilos, qué gran error, lo que estuvimos fue más tristes, porque la echábamos infinitamente de menos.
Luci tenía libre ese fin de semana, y si me ponía de parto justo ese fin de semana lo atenderían María y Roser, como el jueves la cosa se empezó a animar, el viernes Roser trajo todos los trastos, piscina incluida por si acaso, “que guay, igual hasta puedo parir en una piscina” pensé, como en tantos vídeos que había visto de partos en el agua, estaba contenta y expectante de lo que iba a pasar ese fin de semana. Pasó el fin de semana y, yo creo, porque aún no lo sé seguro, que me puse de parto el domingo, estuve toda la tarde y parte de la noche con contracciones fuertes, pero las aguantaba. Llamamos por teléfono para que viniesen ya, que la cosa iba cada vez a más y las necesitaba allí. Me preguntaron si gritaba con las contracciones, les dije que no, la verdad es que las controlaba bastante bien con la respiración, de algo me tenían que servir todas las clases de yoga a las que fui, de todas formas vinieron a verme.
En cuanto llegaron, las contracciones acabaron, no sé por qué, yo con mi piscina montada y mis velas, y las contracciones se fueron, y mis comadronas queridas se fueron también, porque qué iban a hacer en casa si no estaba de parto? Nos fuimos a dormir y mi piscina se quedó montada en el comedor.
Pasó la semana, el jueves voví al fisio que se extrañó de verme con la panza todavía y volvió a hacerme la maniobra, y al día siguiente viernes, mi piscina continuaba en el comedor infladita y preparada para recibirte, ya fuimos a la visita con la doctora, ya estaba de 42+1 y al hacerme el tacto (que me dejé hacer por primera vez en todo el embarazo) me dijo que estaba de 8 cm pero que tú no estabas bien colocado y que todo aquello pintaba a cesárea, no me lo podía creer, tanto esfuerzo y otra vez cesárea??? Quedamos en vernos el lunes, que era el día de la verbena de San Juan, que no abría la consulta, pero que me visitaría y con lo que fuese me mandaría ya a la Clínica.
Al salir, destrozada, se lo conté a Luci y a Roser, y ahí empezó la operación “Provocar el parto”, fui a la piscina a nadar con tu hermana y con tu padre a ver si te movías de posición (nos lo pasamos genial), por la tarde nos fuimos a la acupuntora, bajé de lado la escalera de casa mil veces, me hicieron dos veces la maniobra de Hamilton, tomé aceite de ricino, sexo, aromaterapia, fuimos al cine a ver una peli de risa, me pusieron velas a los santos y nada, no volvía a ponerme de parto.
Llegó el lunes y fuimos a la consulta. Antes recogimos la piscina, que dejó de ser mi piscina porque no iba a parir allí y Roser vino a recoger todos los bártulos. Tú te habías movido un poco, incluso el domingo, con la ayuda de Inma, pudimos tocarte la cabecita, pero no podías salir. Decidimos que me rompiesen la bolsa a ver si te movías y a ver si con oxitocina se activaba la cosa y podía parir.
Conseguimos que nos dejasen utilizar la sala de partos natural, con sillas de parto, pelotas, bañera (que no utilicé) y sobre todo, monitorización inalámbrica, que era indispensable para mi. Aguanté cuatro horas con oxitocina y si peridural, no sé cómo lo hice la verdad, las comadronas de la clínica y la doctora me dijeron que tenía el umbral del dolor muy alto, supongo que por eso no gritaba con las contracciones, ya no gritaba por nada… A las cuatro horas y en completa ya vimos que aunque te intentaron mover con las contracciones, seguías mal colocado y ya se nombró la palabra maldita, CESÁREA de nuevo…
Esta vez por suerte tu padre pudo acompañarnos en todo momento y me prometieron hacer piel con piel, aunque nada de fotos, la historia se repetía. Cuando llegué al quirófano ya me habían sondado, que ya les vale porque podían haber esperado a que estuviese anestesiada.Tenían el hilo musical puesto con música de Michael Jackson, pedí que lo quitasen, y lo quitaron, menos mal. Enseguida me pusieron la anestesia raquídea y dejé de sentir el cuerpo de cintura para abajo. Brazos en cruz, ya sabía lo que era… Les dije “pero me vais a atar?” y me dijeron que sí, que era necesario por si metía mano en la operación… Por suerte se olvidaron de atarme y yo no dije nada, calladita y con los brazos en cruz, que podía mover perfectamente a pesar del tensiómetro y demás. Al poco rato empecé a oler a pollo quemado, ya me estaban abriendo y de golpe a sentir náuseas, yo me callaba por si me ponían anestesia general de nuevo como con tu hermana, pero al final lo tuve que decir, me pusieron algo en el suero, supongo que Primperan, y en un momento se me pasó.
Como hubo sufrimiento fetal, aparecieron los neonatólogos y se pasaron por el forro lo de hacer piel con piel, también lo entendí porque decían que tenían que evitar que respirases aguas meconiales (que no meconio) y supuse que era mejor que te aspirasen antes. Aún no tengo claro si eso es excusa y a estas alturas creo que no sé si quiero saberlo. La comadrona después te acercó a mi cara y ahí ya pasé de dejar los brazos en cruz y te agarré y te dije “eres muy guapo, te quiero mucho” y te di muchos besitos, luego se te llevaron a la UCI neonatal, separación de nuevo, pero esta vez tu padre estuvo contigo, no estuviste solito, eras el gigante de la sala, los demás eran prematuros y tú estabas bien. Conseguimos que no te pusieran pomada ocular y que la vitamina K fuese oral, al menos ese pinchazo te lo ahorramos y evitamos que tus grandes ojos nos viesen borrosos.
Después de estar en reanimación, me llevaron a la habitación, sin ti, a esperar que te trajesen. Vinieron tus abuelos y tus tíos y allí estaban rodeando la cama, yo no quería que estuviesen y por suerte tu tío tuvo empatía y dijo de esperar fuera. No sé si algún día leerás esto, pero gracias Toni por sacar a toda la gente de la habitación, me leiste la mente, realmente no tenía ganas de estar con nadie. También mandé a tu padre que volviese contigo y así hizo. Yo esperaría sola a que te trajesen.
Pasaste a la nursery y le pidieron a tu padre que llevase ropita para ponerte, y él dijo que nada de ropa, que te llevasen desnudito y que íbamos a hacer piel con piel, tenemos una foto preciosa que nos hizo los dos juntitos. Sale borrosa, pero es muy bonita.
Luego esa noche pasé por una odisea, se pensaban que me desangraba, pero en realidad todo estaba bien… Pero me marearon a base de bien, entre tensiones altas y masajes uterinos.
En mi estancia en la clínica tuve que luchar con las nurseras para que no te bañasen, no te echasen cremas ni colonia y aunque sea difícil de creer conseguí que te hiciesen la prueba del talón cogido al pecho, saltándonos todos los protocolos de la clínica y dando en las narices a las nurseras que pretendían darte glucosa para que no llorases, menos mal que la pediatra nos dio la razón a nosotros. No sabemos su nombre, pero estamos muy agradecidos. Lástima no poderte evitar los demás pinchazos que te hicieron, porque según ellos mis análisis eran muy antiguos.
Finalmente el jueves por la tarde me visitó la doctora y me preguntó si quería el alta ya, por supuesto que sí, ya paseaba, me había duchado y podía moverme bien, quería marchar de allí. Además en el postparto me iban a acompañar mis comadronas, no hacía falta nada más. Nos íbamos a casa, con otra cicatriz en la barriga, pero no tanto en el alma.
Tengo que dar las gracias de nuevo a Clàudia, porque gracias a su nacimiento pude luchar por un nacimiento digno para su hermano, (aunque no lo conseguí del todo).
Gracias a Roger por apoyarme en la decisión de dilatar/parir en casa a pesar del miedo inicial “a que nos pasase algo”. También te tengo que dar gracias por aguantar volver a pasar por lo mismo, a cambiar mil pañales porque de nuevo yo no podía moverme, a ayudarme a levantar, a sentarme, a comer, a traerme al peque para que pueda comer, a cuidarnos… Y a pasar por todo el “parto la burra” conmigo, a llevarme a la piscina, a la acupuntora, al cine… Sé que odias conducir!
Y gracias a Gerard por enseñarme a luchar, creo que dadas las circunstancias conseguimos mucho.