En este momento, a punto de cumplir la semana 28 de embarazo, y con ello dar un paso al inicio del tercer trimestre, no dejo de pensar en el momento del parto.
Ya soy madre de una nena maravillosa que llegó al mundo en un parto “acelerado” en el Quirón de Sabadell, por aquel entonces, llamado “Clínic del Valles”.
Si bien, debo reconocer que me trataron con sumo cariño, me presionaron (quizá involuntariamente) para aligerar el trabajo de parto con oxitocina, lo que terminó con Epidural y episonomía. No hubo una espera de adaptación antes de llevarme a planta, por lo que los inicios de la lactancia fueron muy complicados.
En 2015 volví a quedarme embarazada, y desde el positivo, estuve leyendo y preparándome para un parto natural. Era un niño muy deseado, y una segunda oportunidad para conseguir e parto que realmente quería, pero las cosas no fueron como esperaba.
Recuerdo tener marcado el 5 de Junio en el calendario, ese día me harían la eco de los tres meses y conocería a mi pequeño. Estaba tan ilusionada… Pero sin embargo, ese día marcó el inicio de una de las peores pesadillas de mi vida…
La ecografia daba una TN de 6, ducto venoso invertido, no se que história del cordón, ausencia de hueso nasal, y un higroma quístico.
Me quería morir. Mi hijo estaba enfermo y el pronóstico era malo. El TE daba porcentaje de 1/4 para Dawn y 1/7 para Edwars.
Pasó una semana, creo, hasta que me hiciesen la biopsia Corial en el Taulí, donde mientras yo lloraba, un médico muy insensible me decía entre risas que no me hiciese ilusiones, que ese “feto” no iba a vivir…
No recuerdo cuantos días pasaron antes de que me llamasen para decirme que fuese urgentemente al hospital a por el resultado. No me lo quisieron dar por teléfono.
Una vez allí, me hicieron esperar en una consulta vacía junto a mi marido, no sé si pasaron dos horas. De vez en cuando venía una enfermera a traerme clinex y a disculparse por no poder decirme nada ella. Finalmente nos llamaron y nos hicieron pasar a otra consulta donde delante de mi silla se podía leer un consentimiento para interrumpir el embarazo y unas pastillas…
El pronóstico era muy malo, no recibí presión por parte del personal para tomar ninguna decisión (por parte de la familia es otro cantar). Accedí y me recordaron que en cualquier momento me podía echar atras. Las pastillas debía tomarlas en casa.
Recuerdo haber negociado y renegociado, hasta que finalmente me las tomé. No recuerdo ni para que servían, porque a la inducción debía de ir al día siguiente.
Dejamos a la nena con mis padres ese mismo día, pasé la noche agarrada a mi vientre, disculpándome, y al día siguiente nos dirijimos al Taulí.
La ginecóloga me revisó y me dejó verle una vez más, luego nos recomendó dar una vuelta y volver a pensarlo, porque no me veía bien.
Fuimos a tomar algo. Hacía mucho sol y no lo soportaba, le dije a mi marido que quería llúvia, tormenta, que no soportaba que en un día así hiciese sol. Al poco llegaron mi suegro y mis padres (la nena estaba con mis hermanos), no hubo negociación. Todos tenían tan claro lo que debía hacer… y la decisión que tomase afectaba a todos…
Finalmente volvimos al hospital, mi marido y yo, y la ginecóloga me puso unos óvulos para desencadenar las contracciones.
Me ofreció algo para el dolor y me negué. Se limitó a decirme que bastante sufrimiento tenía ya, y le expliqué que necesitaba sentir dolor. Me respetó.
Me llevaron a planta, una habitación compartida con una familia latina que estaba mirando el mundial.
Al poco empezó el baile de las contracciones, me ponía a cuatro patas, movimientos pélvicos, sonidos siseantes. Y con la primera contracción se me ocurrió preguntar, ¿le dolerá a él?, como respuesta el cielo rugió y comenzó a llover, las contracciones se acompañaban de truenos. Yo le pedía perdón. De vez en cuando venían a ofrecerme analgésicos y me negaba, la peor parte se la llevaba él, yo merecía el dolor.
En un momento sentí algo entre mis piernas, una sensación extraña, miré al cielo y había despejado, pude ver una nuve con forma de bebé y me dije, -ya se ha ido…-, justo después sentí necesidad de ir al lavabo y sangré a chorro. Grité y una comadrona me dijo que era normal, me ayudó a salir del lavabo y me llevó con mi marido.
Las contracciones volvieron a apretar, y me volvieron a ofrecer analgésicos. Me negué, aunque finalmente una comadrona me convenció de tomar algo que no me quitaría el dolor, solo lo haría más llevadero, que bastante sufrimiento tenía yo ya (no paré de llorar y fustigarme en todo el proceso).
No recuerdo cuanto tiempo pasó, yo me movía libremente, caminaba, me recostaba, mi marido me daba masajes… Fui al lavabo y recuerdo que por instinto coloqué las manos, y él solito cayó sobre ellas. Todo había terminado.
Me puse a gritar y acudió una comadrona, le rogué que no lo tirasen a la basura y que yo era la peor madre del mundo. Ella me abrazó, me lo negó, y se lo llevó, pude ver su manita, tan perfecta…
Al cabo de un rato me llevaron a una sala de partos, para alumbrar la placenta, en la habitación de al lado podía escuchar a una mujer en pleno proceso de parto… la placenta salió, pero quedaron restos dentro… Así que me llevaron a legrado.
Como había comido un par de galletas, no podían dormirme, así que me pusieron intradural. Todos los médicos y enfermeros me trataban un cariño importante, y en el momento de pincharme, un chico, del que solo recuerdo que olía muy bien y que tenía una voz muy suave, me abrazó y me susurró que intentase relajarme.
No sé si me dormí, pero lo siguiente que recuerdo es que me estaban llevando a planta, me dijeron que me habían dado algo que producía un poco de amnesia, pero que todo había ido bien. No sé que fué, pero supongo que sería algún relajante fuerte.
Esa noche la pasé llorando en planta mientras mis compañeros de habitación cantaban goles… y a la mañana siguiente me fui.
No puedo evitar pensar que hubiese sido un parto precioso, pero era un aborto… Y a pesar de todo el dolor, lo que más recuerdo es el cariño con el que me trataron, como respetaron mis deseos y como no me juzgó nadie en ningún momento. Un aborto respetado. Como contra, el hecho de estar viviendo el proceso con una familia de desconocidos al lado creo que sobra, y la ausencia de apoyo psicológico. Fue mi comadrona la que me derivó a la psicóloga cuando ya había pasado todo el proceso.
En la autopsia me dijeron que mi hijo estaba aún peor de lo que pensaban, y que no hubiese sobrevivido al embarazo. Supongo que eso debería de aliviarme…
Mi embarazo actual vino por sorpresa, ya que nunca superé esta pérdida, y supongo que es la razón por la que me cuesta tanto conectar con mi nueva hija. Tengo la esperanza de poder tener un parto sanador, probablemente en el taulí, dónde siempre me han tratado tan bien… (también, un tiempo antes, había pasado por un ectópico y me trataron genial), pero creo que necesitaba compartir este relato antes de poder seguir adelante dejando el pasado y la culpabilidad atras…