Testimonis Part a Casa


Mis Partos

La historia de mis dos partos, y con ellos de las dos iniciaciones a mi nueva YO, la concibo conjunta y así es como quiero compartirla.

Mi primer parto empieza el 10 de julio del 2014, día en el que salgo de cuentas, con la pérdida del tapón mucoso sobre las dos de la tarde en una ida al baño. A partir de ese momento, empiezo progresivamente a sentirme diferente, cada vez más cansada, como si me fuese a venir la regla, y hacia las 23h comienzo a tener contracciones soportables cada 10 minutos más o menos. Paso la noche en vela, en la terraza botando encima de la pelota mirando la luna casi llena, en el sofá donde me masturbo en una contracción, en la cama, pero ahí es donde peor estoy…y hacia las 8 de la mañana mirando el reloj me parece que ya son cada cinco minutos y llamo a mis padres para que vengan a buscarnos para ir a los Camilos. Recuerdo mucho palo de tener que dejar mi viaje parto en mi hogar para irme al hospital, pero sentirme orgullosa de todo lo que había aguantado en casa, pensando que ya tenía mucho trabajo hecho. Al llegar se me paran las contracciones, y al hacerme un tacto una de las comadronas cual es mi chasco cuando me dice que sólo estoy de un centímetro y mejor me vuelva para casa porque si no se me hará muy largo el parto en el hospital. Me vuelvo a casa decepcionada, y hacia las dos de la tarde, 24h después de haber perdido el tapón mucoso, con una contracción oigo un puf como si se pinchase un globo y rompo aguas. Son limpias y decido esperar un par de horas para volver al hospital. Sobre las 17.30h volvemos, y al hacerme otro tacto la comadrona del nuevo turno, Helena, me dice que ya estoy de 5 centímetros (¡bien!) y me puedo quedar. Pasamos a la sala de dilatación donde si nada se complica pariré y pido poner la música que traigo en el USB, la silla, la pelota…Kaita se sienta en la butaca en una actitud pasiva. Pasan dos horas en las que el dolor se intensifica, sólo lo aguanto con la ducha en los riñones…lloro, grito (recuerdo cómo le había dicho a Kaita unos meses atrás que qué se pensaba, que yo no iba a llorar ni gritar en mi parto…), no pongo consciencia en la respiración durante las contracciones ni nada,  estoy cada vez más agobiada y las paso como puedo…Y hacia las 19.30h llamo a la comadrona y entre lágrimas y sensación de derrota le digo que me estoy planteando la epidural, que no aguanto…pero Helena me anima a seguir sin ponerla, me hace un tercer tacto y me dice que ya estoy de 7-8 cm, que lo estoy haciendo súper bien, que de las 3 ó 4 que estamos allí pariendo yo soy su caballo ganador, que cree que en dos horas he parido, que me meta en la ducha si me va bien, que venga, que me hacía mucha ilusión parir sin epidural…Y sigo sus consejos, lo de las dos horas me anima. Al cabo de un rato, ya no sé cuánto, le digo a Kaita que creo que tengo ganas de empujar, que tal vez me haga caca empujando…y aparece la comadrona del cambio de turno, Gloria. Al verla, pese al dolor, flipo, porque la recuerdo perfectamente de la feria a la que había ido unos meses atrás, cuando me fui a informar al stand donde ella estaba sobre partos en casa…y de cómo al decirme ella que aparte de atender partos en casa también trabajaba en los Camilos y que todo el equipo era muy pro-parto natural, me acabé de convencer de la opción “fácil” de parir en los Camilos, sin tener que pagar un parto en casa ni “complicarme la vida”. Y que pensé “Ojalá me toque ella el día del parto”. Pues bien, allí estaba Gloria. A partir de ahí, recuerdo cómo fui adoptando una actitud cada vez más derrotada y dependiente de ella, por favor no me dejes sola, todos los demás excepto Kaita me molestaban, la auxiliar que entra y sale como le da la gana, el ginecólogo que saca la cabeza por la puerta para ver si hace falta y le mato con la mirada…Estamos unas horas en la silla, Gloria le ha enseñado a Kaita como masajearme, el bebé con los pujos parece que quiere salir, empieza a sacar la cabecita pero después vuelve para arriba…y al cabo de un rato, horas tal vez, Gloria me propone cambiar de postura e ir a la camilla. Moverme me cuesta horrores. Una vez en la camilla, Gloria al cabo de un rato me dice que cree que me tienen que ayudar un poco, que tengo el periné muy edematoso y tiene miedo que me desgarre mucho, que si me parece bien o me cortan un poquito o me empujan…yo, hecha polvo, le respondo que hagan lo que les dé la gana…y mientras ella me corta, la auxiliar, que hace unos momentos me estaba diciendo que empujaba “mal”, con la cara en vez de con la barriga, dice “Venga, que esto tiene que acabar ya!” y me hace una Kristeller con el antebrazo en la siguiente contracción. Y así nace Noah, a las 2.45h de la madrugada del 12 de julio del 2014, con un grito que se acaba en cuanto lo ponen sobre mí. “Es un niño” dice Gloria mientras yo le miro sus enormes ojos mirándome. “Es un niño y ha nacido en la luna llena, todo lo que yo predije” pienso, pero estoy decepcionada y sorprendida de no estar más ilusionada y de subidón de todo el momento en general…acabo de parir a mi primer hijo sin anestesia y no siento lo que esperaba sentir…sólo alivio…y una sensación muy extraña de no haber sido consciente de cuando mi hijo ha nacido. Enseguida paro la placenta y al poco pese al cansancio y dolor puedo ir al baño y hacer pis como me aconseja Gloria. No pensaba que parir era tan difícil, no he estado todo lo fuerte y activa que yo pensaba que estaría…le digo cuando nos estamos despidiendo porque ya nos suben a planta. Y ella me responde que puedo estar orgullosa de mi misma, he parido sin epidural, el hospital no es como en casa (o algo así)…También me dice que mira que no le gusta nada hacer episiotomías, pero que es muy pequeña, solo dos puntos…Y ya no la vuelvo a ver.

En los casi dos años que tardé en volver a quedarme embarazada, el dolor de haber “dado” mi parto en el último momento fue poco a poco cogiendo forma y creciendo, y así, al cabo de unos meses de haberme quedado embarazada de nuevo, de lo que presentía sería esta vez una niña, decido quedar con Camila, una comadrona que he conocido y hace partos en casa, para informarme de esta opción. Enseguida conecto, siento felicidad, aire…sí, con lo mental que soy, mi alma me lo está diciendo más fuerte que mi mente, esta vez quiero parir en casa. Primero Kaita, luego mi madre, me hacen en dos ocasiones replantearme mi decisión, pero no, es muy claro lo que me dice todo mi YO, quiero parir en casa. Y me preparo, sola y con Camila y Carolina, mi doula, y leo sobre parto fisiológico, hablo con mujeres que han parido en casa y pierdo el miedo… y veo claramente como para el parto anterior no me preparé lo suficiente. La semana antes de parir mirando partos en internet lloro de que no dejasen salir a mi niño cuando él quisiera…y Noah con sus casi tres añitos “curiosamente” cuando hablamos del tema me dice que él no podía salir…(no recuerdo haberle dicho yo nada y flipo) Y le digo que sí, que como le estaba costando le empujaron y que lo siento, que espero no le doliese mucho. Y de alguna manera eso me hace sentir mejor.
Y conectada, enfocada y más preparada que la primera vez llego al 31 de enero del 2017, tres días después de la luna nueva, día en que salgo de cuentas según mi última regla y 3 días antes según la corrección de la primera eco. A las 7h de la mañana abro un ojo y pienso “Qué bien he dormido hoy!” y me vuelvo a dormir. A las 9 me despierta el timbre “correo comercial!” mientras estoy soñando que hago el amor con Kaita…y al levantarme me noto mojada…mmm, esto es pipi? Flujo de orgasmo por lo que estaba soñando? No lo veo claro (o sí pero me da vértigo y me hago la loca) y sólo le envío un whatsap a Camila en vez de llamarla, pero al cabo de poco le estoy dando el desayuno a Noah y al incorporarme, un grifo abierto saliendo de mí hace que no tenga dudas: He roto aguas. “Te estás haciendo pipi Mamá?” me pregunta Noah. No, cariño, creo que el bebé va a salir de la barriga de Mamá hoy. Y le pido a Kaita que lo lleve a la guardería y ahora sí, llamo a Camila y viene a casa. Estoy preocupada de no tener ni una contracción…a ver si tanta preparación para parir en casa y al final me lo tendrán que inducir? Llega Camila y me calma, me dice que el parto ha empezado, que puede ser hoy, mañana o pasado, pero que no me preocupe, que las aguas se regeneran, que beba mucha agua, que tengo mucha suerte de tener estos momentos de parto iniciado sin dolor…Que me despida de mi embarazo (ahora veo que tendría que haberle hecho más caso en este aspecto)…Le pido que me haga un tacto y ya estoy de 2 cm. Subimos arriba a empezar a montar la piscina y noto una primera contracción sobre las 11h prácticamente indolora. Al rato Camila se va y me dice que si no le digo nada antes volverá sobre las 18h. Las siguientes horas poco a poco empiezan a llegar las contracciones, espaciadas, y hacia las 15h, después de comer, decido ir arriba donde tengo todo montado, para probar de descansar un poco para lo que viene por delante…pero no puedo llegar a descansar porque enseguida la cosa se empieza a animar. Aviso a Camila sobre las 16.30h de que las contracciones son ya bastante seguidas, y me dice que ella y Carolina vienen para casa. La siguiente hora escasa hasta que llegan se me hace muy larga y me empiezo a agobiar…me duele mucho y me siento sola, pienso en Noah y me dan ganas de llorar, llamo a Kaita que anda haciendo algo en la cocina y le pido que esté conmigo…joder, duele mucho, otra vez, pero intento respirar de manera consciente en cada contracción enfocando la mirada en una vela, pensar en que sólo duran como mucho 40-50 segundos…Llegan al fin Camila y Carolina. Les pido enseguida llenar la piscina, estoy obsesionada con meterme en el agua, pienso que allí el dolor será más llevadero…Tardan un rato en llenarla, están mirando la temperatura…y a final sobre las 18h me desnudo y digo “Me meto ya!” y al agua que me voy. Una contracción bestia me hace darme cuenta que el dolor en el agua también es intenso, y eso me paraliza  y desmoraliza, el agua no es la panacea que yo creía…hablo con Carolina agobiada, le digo que no estoy gestionando bien en dolor, que si estuviese en el hospital podrían “hacerse cargo”, pero que en casa me tengo que hacer cargo yo…y me sobrepasa…Y ella me dice “Solo deja que suceda, no has de gestionar nada, ya está sucediendo”. Justo después, de repente todo se para unos minutos “Qué alivio poder relajarme en el agua un momento”…Y de golpe siento unas ganas enormes, animales de empujar. Me meto el dedo y noto la cabecita, y entonces mi energía cambia, porque me doy cuenta que el parto no va a durar 12 horas más que era lo que me agobiaba momentos antes…estoy a punto de parir! Y con mis manos ayudo a mi vagina a abrirse, esta vez por mis ovarios  que SÍ voy a “saber empujar”, y grito, grito de manera animal, noto el aro de fuego, lo noto todo, en un par de pujos sale su cabeza y al siguiente su cuerpo que acabo de sacar yo misma de mis entrañas. Mi bebé nace a las 18.46h y me lo pongo en mi pecho mirando sus ojos achinados, serenos que me miran y no han llorado ni un momento…y siento tanto poder, tanta fuerza! Esta vez Sí he sido consciente de cómo ha nacido mi bebé…estoy tan flipada que hasta que Camila no dice “Bueno, vamos a ver si es niño o niña no?” no me doy cuenta de que aún no lo sé! Cuando me dice “Es una niña” me pongo a llorar, lo que yo presentía y deseaba, mi niña, te amo, mi guerrera…Salgo de la piscina con mi cachorra en brazos y siento tal subidón que me podría ir a correr una maratón, estoy eufórica hablando con unos y con otros hasta que Camila me dice que vuelva a mí porque el parto aún no ha acabado, tengo que parir la placenta. Esta vez tarda más que con Noah, casi una hora, y no es hasta que no me dicen que está llegando mi madre con Noah que no empiezo a empujar fuerte para acabar de sacarla, para que cuando llegue mi madre el parto ya esté acabado y ella pueda ver que todo ha ido bien. Mis hermanas cortan el cordón cuando deja de latir, y llegan Noah y mi madre…mi niño está flipado pero contento con su hermanita. Hay un clima de celebración en casa, me siento tan bien…Ni un desgarro, solo una pequeña fisura que apenas me molesta…al rato sí que me apetece ya recogerme con mi bebé, que se engancha bien al pecho, y todas se van y me meto en la cama con Ina a saborear el momento, luego Kaita trae a Noah y duermo la primera noche de Ina con mis cachorritos uno a cada lado, feliz, FELIZ, de este parto consciente y natural. Gracias Noah, mi niño mágico, por convertirme en madre y abrir el camino, gracias Ina, mi guerrera, por llevarme a un nivel superior de consciencia. Gracias mujeres sabias que lucháis para que las demás nos empoderemos y recuperemos consciencia de nuestra fuerza, poder y capacidad innata de parir. Me uno a la lucha, y espero que mi relato pueda ayudar a otras mujeres como me han ayudado a mí. MUJERES, SABEMOS PARIR. Y efectivamente, el parto ES NUESTRO.

08/12/2017

De cómo Alexis llegó al mundo (Part a casa respectat)

De cómo Alexis llegó al mundo el 23.11.14

Hay una versión corta para resumir cómo fue mi parto. Bien. Alexis llegó tras no muchas horas de contracciones cortas e intensas y todo fue estupendamente.

Hay otra versión más larga que habla de mujeres que te dicen “sí, puedes” y de miedos que ganan batallas a otros miedos. Esa versión más larga empieza con una mujer que no sabe si podrá hacer las cosas como quiere. Porque sabe que su cuerpo la boicotea muchas veces. Es la misma mujer que tiene pánico a no controlar la situación y que todo acabe orquestado por un montón de gente con batas blancas en un entorno extraño.

Para mí era muy importante que Alexis llegara al mundo de una forma respetada e íntima. Pero, ¿me iba a dejar mi espalda? ¿Me iban a dejar las circunstancias? El miedo a no poder hacerlo, a no saber hacerlo, me picaba por las noches en la boca del estómago. Me susurraba todas las cosas feas a las que me abocan mis limitaciones.

Desde el principio busqué cómo podía evitar ir a ciegas a parir bajo las órdenes de personas que no saben quién soy. Sí, hay gente en los hospitales que te respeta. Sí, mi ginecóloga es una mujer estupenda que siempre me ha apoyado. Pero ese día, ¿quién me atenderá? ¿Se puede comparar una sala de hospital con mi casa?

Y así me topé con un maravilloso equipo de mujeres poderosas que te miran a los ojos y te preguntan a qué temes. Y te informan y te tranquilizan porque te conocen. Saben quién eres y ese día son como un respaldo que te recuerda que sí, que tu parto es tuyo y que sí que puedes.

Cuando todo empezó, a las 4 de la mañana rompiendo aguas, el cosquilleo del miedo me empujó de nuevo. Y todo parecía ir tan rápido… A las 5 ya empezaban las contracciones y muy pronto eran seguidas. Cuando llamamos a Luci no sabíamos si era ya momento de llamarla o no. Pero cuando oí, en medio de una contracción que ya empezaba a picar, que ya venía… Todo estaba ya en marcha. En horas iba a tener a mi nena conmigo.

Luci llegó y yo ya había estado en mi bañera. Un ratito en la silla de partos apoyada contra la cama mientras ella montaba la piscina. Y mis lumbares pegándome fuerte en cada contracción. Escucha la llamada… la vida fue un ensayo hasta ahora. Ismael Serrano sonando de fondo para calmar mi alma, y de vez en cuando, Macaco trayendo su luz. Hoy, empezamos de nuevo, hoy. Alzamos los brazos, cambiamos el paso. El primer día de tu vida puede ser hoy.

Bendita piscina de partos. ¡Bendita agua caliente! Me meto allí y sé que ya hay más gente a mi alrededor, sé que de alguna manera ha llegado Blanca para hacer las fotos (–¿Te molesta el flash? –¿Qué flash?) y sé que también están Marieta y Roser. Pero no soy del todo consciente. Sé que en ese rato de piscina Jordi me coge las manos y no se aparta de mí. Sé que me ofrecen agua, recuerdo a Luci diciéndome la verdad, nada de mentiras azucaradas como no pasa nada; no, la verdad: es duro, es difícil, pero puedes. Recuerdo ser consciente de empezar a empujar. Sin guiones, sin nadie que me diga lo que tengo que hacer. Sólo mi cuerpo y mucho respeto y amor a mi alrededor.

Recuerdo a Roser recordándome que podía tocarme y buscar la cabeza. Y mi expresión frustrada: aquí aún no hay nada! No pasa nada, todo llega. Marieta me deja estrujarle la mano y yo me cambio de postura en cada contracción, mientras sigo diciendo que no puedo. Llevo desde las 9 de la mañana diciendo que no puedo pero parece que no es cierto. Jordi no se separa de mí y tengo la sensación de que no podría hacerlo sin tenerle al lado.

Me van mirando con un espejo y una linterna. Toco de nuevo y ahora sí, ahí está la cabeza. Llegarás como abril, mi fin de semana eterno. Bailaré para ti, reina de todos mis torneos. Si los lunes te duelen yo te levantaré. Cuando el viento arrecie, permaneceré de pie. Es lo que necesito, ha pasado un buen rato y yo estoy cansada, pero ya llega, ya está aquí. Quiero empujar con todas mis fuerzas, quiero tenerla conmigo.  Le grito a Jordi que vaya a ver la cabeza, que vea cómo está llegando nuestra nena.

Unas contracciones más y siento cómo mi cuerpo se abre por completo, como si fuera a partirme en dos. Pero sé qué significa eso. Ya está aquí. La cabeza ya está fuera y yo casi no puedo ni creerlo. No queda nada. Un par de empujones más y oigo cómo me dicen que la coja. La cojo yo, con mis manos, de entre mis piernas, recién salida de mi cuerpo, mi beba ya está aquí.  Ya está, he podido, lo hemos hecho juntas. No puedo ni explicarlo, Ismael suena de fondo para acompañarla nada más llegar. Ya verás amor, que nos va a acompañar siempre, tantos años lleva tocando nuestras almas. Ahora traes la lluvia y, aunque ya no tenga edad, me desvisto en la tormenta, grito tu nombre en la calle. Ahora que te encuentro todo se vuelve verdad, se derrumban los palacios y traes verde a sus solares. Haces que este otoño ilumine mis mañanas y haga callar al reloj del vientre del cocodrilo. Traes un corazón para cada hombre de hojalata. Ahora cambias mis razones y me vistes de domingo.

Jordi corta el cordón que ha dejado de latir. Poco después con un par de ligeras contracciones recojo nuestra placenta. Es enorme y fantástica. Salgo de la piscina y me parece que tengo toda la energía del mundo. Poco después llegó Núria a conocer a nuestro pequeño milagro. Gracias por estar, amor, ¿sabes que te quiero?

A partir de aquí sólo quiero abrazarla. Abrazarla, mirarla, besarla. Alexis, cambiaste nuestras vidas hace meses y ahora todo gira en torno a ti. Gracias mi nena por hacerlo tan maravilloso. Gracias a Jordi por ser el mejor compañero que nadie pudiera soñar. Por estar a la altura siempre, por sobrepasar expectativas, por darme tanto. Gracias a Blanca por el regalo de esas imágenes que hablan por sí solas. Gracias Nuria por ser la mejor tita postiza del mundo. Gracias a Sunna por portarse tan bien y no separarse de nosotras, por esos lametones en los pies. Y gracias a las dulces Luci, Roser, Marieta y Laia, que se perdió el parto pero muy pronto conoció a Alexis. Por hacerme creer en mí misma. Por apoyarme y sacar lo mejor de mí. Por la resolución de dudas nocturnas. Por tan maravilloso acompañamiento en el momento más importante de mi vida.

08/12/2017

El Naixement d’Aran

Hace casi dos meses que nació mi hijo, pero no me he puesto a hacer el relato. Guardo los momentos en la memoria y me da miedo no saber plasmarlos en el papel.

 

Mi embarazo fue muy bueno, como el anterior, aunque estuve más floja, porque me pilló el otoño en medio o porque ya soy cuatro años mayor.

 

También me supuso un reto asumir que el bebé era un niño, ya que mi familia es de casi totalidad niñas y pensé que no sabría entenderle y que no sabría crear un vínculo bueno entre hermanos.

 

Igual que el anterior embarazo, se me hizo largo, porque mi volumen me resultaba incómodo para mi vida cotidiana.

 

Mi hijo era un bebé grande, igual que lo fue mi hija mayor, sólo que ahora en mi cartilla ponía lo de bebé macrosómico anterior, de manera que desde el principio me hicieron prueba del azúcar en el primer y segundo trimestre y me avanzaron la fecha probable de parto una semana entera.

 

Al final me adelantaron las revisiones con monitores y me añadieron dos ecografías de control de peso.

 

Tuve que negarme a los tactos y decir que no quería inducción, menos mal que Albert estuvo a mi lado y me apoyó en todo momento, porque no es una experiencia nada agradable.

 

Habíamos pensado en parir en casa, para lo que contactamos con dos matronas, Rosa Escrivà, que me había llevado el embarazo de mi hija mayor, y Montse Bach.

 

Según avanzaba el embarazo la posibilidad de parir en casa se volvía remota, mi hijo era grande y los días pasaban sin señales de parto.

 

Mi matrona me propuso intentar una maniobra de Hamilton, me faltaban 2 días para cumplir las 42 semanas y el escenario sería ir a mi hospital de referencia para una inducción y una posible cesárea por el tamaño de mi hijo. Llevaba casi dos semanas con el móvil desconectado y casi evitando salir a la calle, triste de que acabara así mi último embarazo. Intentando no pensar mucho en el tema.

 

PARTO

 

Viernes 13 de junio, al día siguiente tenemos que presentarnos en el hospital para la inducción. A las 18.30 salimos a dar un paseo con mi tía, que ha venido para echarnos una mano. Volviendo ya a casa, a las 19.30 siento la primera contracción dolorosa.

 

No me lo puedo creer, tengo miedo de que se pare, pero sé que ya está aquí, lo reconozco.

 

Igual que la vez anterior, casi la misma hora.

 

Al llegar a casa yo subo y bajo las escaleras de mi piso con una sonrisa. A las 21:00 o así escribimos un mensaje a la matrona. Nos dice que hablara con la compañera y pensara en las opciones.

 

Vamos contabilizando con el reloj mientras mi tía hace vida normal con mi hija mayor. Igual que la vez anterior, las contracciones son regulares y van reduciendo intervalos, de 7 minutos pasan a 5 minutos.

 

Mi cuerpo trabaja como un reloj y pienso en mi madre y en mi abuela y me siento tan agradecida…

 

Me voy a nuestra habitación como si no quisiera perder la concentración. A las 22:00 mi hija se va a dormir y nos da un beso de buenas noches a los dos.

 

A las once de la noche llegan las matronas con todo lo necesario para intentarlo en casa. Mágicamente es el único día en que las dos están libres juntas ya que una sola ya nos habían dicho que no se atrevían.

 

Yo las abrazo y río y casi lloro.

 

Mi tía se pone nerviosa, así que llamamos a mi prima para que venga también. En realidad llama mi marido, yo ya voy a lo mío, no estoy para preparar nada, ni fotos, ni ponerme el collar que me habían dejado, ni comer. Igual que la otra vez, yo a lo mío.

 

Las matronas me hacen una primera exploración y va todo muy bien, casi estoy de 5 cm, esperarán una hora y media y si todo sigue igual, continuamos en casa.

 

Yo me inclino sobre la cómoda de nuestra habitación con las piernas abiertas y respiro. Va subiendo la intensidad. Necesito a Albert a mi lado.

 

Me vuelven a mirar, tumbarme es insoportable. Estoy en 8, mi bebé baja bien colocado como un cohete. Seguimos en casa.

 

De repente a mi marido le entra el hambre, y pide a mi tía que le haga un huevo frito jajajaja pero yo le digo que ni se le ocurra salir de la habitación.

 

Me coloco a los pies de la cama y a pesar de que no lo creía posible, empiezo a notar ganas de empujar. Me noto mojada y las llamo, pero me miran y no son aún las aguas. Me avisan de que es la transición y que será duro.

 

Las mando al salón de nuevo y me viene la sensación de que no seré capaz, de que falta mucho y no podré. Las ganas de empujar son más fuertes y yo grito de rodillas a los pies de la cama, agarrando una almohada.

 

Mi tía se ha ido a dar un paseo en algún momento con mi prima y su pareja.

 

La bolsa se rompe haciendo un ruido que escuchan las matronas desde el comedor. Me siento feliz, en medio de la marea de cansancio y dolor. Las aguas son claras y las vuelvo a mandar al comedor.

 

Empujo y noto algo, no sé explicar qué, me toco y lo noto, estoy segura de que es él y las llamo, les digo que lo noto. Esperan al siguiente pujo y lo ven, es verdad, está ahí, me dicen que tienen pelo moreno. Yo ya no veo nada, me hundo en la almohada y empujo como mi cuerpo me dicta, Rosa me aprieta algún punto en las lumbares con las manos y sé como empujar.

 

Noto el aro de fuego.

 

Noto como se me abre la cicatriz anterior.

 

No puedo mirar, necesito toda la concentración y fuerza para recuperarme en los descansos y volver a pujar en las contracciones.

 

Albert me abraza los hombros y me anima sin cesar. En 3 empujones sale la cabeza, luego otro y los hombros, y el bebe gira solo. Una última contracción y todo el cuerpo está fuera.

 

Me cuentan que Montse se puso en el suelo con un espejo. Estaba todo resbaladizo por las aguas, pero yo no veía nada, solo al bebé que intentaban pasarme entre las piernas y no cabía, porque traía los brazos abiertos (a Albert casi le da un infarto por miedo a que se cayese jajajajaja) y al que había escuchado llorar, alucinada.

 

El bebé.

 

Albert fue a avisar a mi tía, prima y su pareja, que en algún momento habían vuelto.

 

aranmirenEran las 2:46 de la mañana y nuestro hijo había nacido en casa. Casi casi a la misma hora que su hermana.

 

Me siento tan feliz con mi bebe resbaladizo y caliente en brazos.

 

Me sientan en la silla de partos y esperamos a que deje de latir el cordón y a que salga la placenta.

 

Mi hijo pesó 5.340 gramos, y midió 55 cm. Nos hizo un fabuloso regalo.

 

Mi hija mayor no se despertó en ningún momento y a la mañana siguiente vino a abrazarnos y besarnos a nuestra cama.

 

De nuevo dar a luz me llenó de una felicidad y un asombro que no sé describir muy bien, porque no me cabe dentro.

 

Muy agradecida a mi tía Charo, mi prima Charín y Luismi, que me regalaron un puerperio fantástico. A Montse y Rosa, nuestras matronas, que confiaron en mi bebé y en mi. A mi hija Nahia, por ayudarme sobre todo al final con los ejercicios y animarme y quererme. Muchas muchas gracias a Albert, que siempre ha estado a nuestro lado y muchas gracias a mi hijo Aran.

12/12/2017

Nacer y Renacer, La llegada de Martina en un PVDC en casa

Mi historia te la escribo a ti Martina, porque ya no es sólo mía, es NUESTRA. Sé que es pronto para que puedas comprender todo lo que voy a contarte, sé que es muy pronto para que la puedas sentir tal y como yo la siento ahora mismo, pero estoy segura que el día que lo hagas te darás cuenta del amor tan infinito que hay en cada palabra que te escribo.

 

Así pues, nuestra historia empieza el día que nació tu hermana Emma. Pensarás que es mucho tiempo atrás, pues hace justo unos tres años. Pero ahora sé que fue ése el día que supe que a ti te vería nacer de otra manera y en otro lugar.

 

Tu hermana, la que tanta vida me da, nació por cesárea, algo que ninguna de las dos nos merecíamos (ésa es otra historia que ya te contaré).  Pero quizá tuvo que ser así para que yo pudiera recorrer éste camino hacia ti, hacia tu llegada.

 

El día 21 de mayo me enteraba que ya estabas formando parte de mí, era increíble, tenías tanta prisa por llegar!!! Fueron pasando las semanas y algo en mi interior me decía que yo no podía verte nacer en un hospital, que no iba a pasar otra vez por una innecesaria y, casi sin darme cuenta, me ví mirando la página web de Néixer a Casa. A medida que me informaba, leía libros, relatos, veía videos, me iba transformando en una Noelia más poderosa y con más confianza. Te he de confesar que en muchos aspectos de mi vida soy y he sido bastante insegura, pero algo se apoderó de mí, una fuerza mayor que me decía y sentía que ibas a nacer en casa y aquella mujer, a veces insegura, dejó de serlo.   Lloraba al ver vídeos de otros partos y me veía yo haciendo lo mismo y cogiéndote entre mis brazos. Aún entonces era un sueño. Pero los sueños, si los vives y crees que “SÓN” acaban siendo una realidad.  Y mi realidad fuiste TÚ.

 

Pasaron los meses y llegaron las últimas semanas de embarazo, feliz de sentirte cada vez más cerca y ansiosa por vivir nuestro momento, nuestro tan deseado momento. Llegaron las 38 semanas, las 39, las 40,… y el miedo empezó a  apoderarse de mí. Aquella mujer segura tenía miedo!? Pues sí, miedo a no ponerme de parto. Ahora, desde la distancia, me parece ridículo… ¿cómo no me iba a poner de parto?! No hay nada más seguro que dentro no te ibas a quedar, pero los miedos a tener que ir a un hospital intentaban vencerme.

Y así, agobiada y presionada por mí misma llegué al jueves 30 de enero.

 

Yo estaba de 40 semanas y 4 días, y desesperada quizá por no saber si mi cuerpo funcionaria, desesperada por no saber si mi cuerpo sabría parir (miedo causado por mi innecesaria) estallé en un sinfín de lágrimas. Tanto lloré que creo que liberé toda aquella energía que tenía prisionera, prisionera de mis miedos. Qué bien me sentaron aquellas lágrimas, porque como si de un dulce baño se tratase me inundó la calma y me relajé.

 

Hacía semanas que lo tenía todo listo y preparado. Limpiaba sobre limpio, ordenaba y volvía a reordenar, revisaba las cosas de la lista que tenía que tener en casa… en fin que, como no había más que hacer si no acabar de disfrutar los días que me quedaban contigo dentro, fuimos en familia a pasear. Recuerdo que me comí un gofre con nutella que me supo a gloria (son aquellos pequeños detalles sin importancia que te quedan grabados para siempre y pasan a ser entrañables). Después, como cada noche, tu papi bañó a Emma mientras yo hacía la cena. Cenamos juntos y me fui a la cama hacia las doce.

Y, como cada noche, me acosté pensando si sucedería algo…

 

Me desperté antes de las 3:00h para hacer un pipi y justo cuando me volvía a meter en la cama me dio mi primera contracción, de esas de verdad. Pensé,… ¿esto ha sido una contracción? Si? No? SI, SÍ lo ha sido! Aquella contracción me sorprendió, no me la esperaba y me encantó. Fue como sentir que me decías “ei mami, que estoy aquí”.

Cerré los ojos pensando si sería la única, aunque feliz por sentirte más cerca.

 

Cuando creí estar de nuevo dormida, otra contracción! Me pregunté, ¿qué hora es? Miré el reloj, eran las 3:10h!!! Sólo habían pasado diez minutos! Sería casualidad,… Intenté dormir. Diez minutos después, otra contracción. Y otra, y otra,… así se iban sucediendo más o menos cada 10-15 minutos, algunas cada 8 u 9 incluso. Aquellas contracciones me hicieron llorar de alegría!!! Síiiii me estaba poniendo de parto! Sabía que era pronto para decirlo porque todavía era pronto, pero no podía evitar emocionarme. Mi cuerpo me había escuchado, sí estaba funcionando! Entonces recordé lo que tantas veces había leído, duerme entre contracciones y descansa. Y yo, obediente de mis recuerdos, así intenté hacerlo.

 

Tu papi dormía tranquilamente y no quise decirle nada. Pero a las 6:00h ya no pude aguantar más de la emoción y le medio desperté contándole que tenía contracciones cada diez minutos. Todavía dormido me dijo “vale” y siguió en su letargo. No insistí, simplemente me reí en silencio.

 

A las 8:00h sonaba el despertador. Por fiiiiiin!!!! Estaba deseando que se enterase tu padre y contárselo a Laia y a Roser. Había ido contando las contracciones con una aplicación del móvil, eran bastante regulares, más o menos cada diez minutos y duraban unos 30 o 40 segundos. Estaba taaaan feliz! La cosa iba muuuy bien! Ya había pedido velitas en AC por si acaso e informé a LJC, que para mí había sido como una doula virtual en aquellas últimas semanas.

 

Seguimos la rutina de cada día, desayunamos, arreglé a Emma y papi la llevó al cole. Mientras, avisé a Roser y a Laia por whatsapp. Iba controlando si las contracciones seguían siendo regulares o bien se distanciaban o se paraban, cosa que durante el día podía pasar. Pero no fue así, una vez estuvo Emma en el cole las contracciones aumentaron de intensidad y de frecuencia, empezaron a ser cada 7, 8 minutos. Bieeeen! No se paraban! No sabes lo viva que me sentía.

 

Y aunque pueda parecer increíble, disfrutaba de cada una de ellas. Me sentía más cerca de ti, de vernos por primera vez.

 

Me sentía enérgica, pletórica, siempre me había sentido preparada para esto. No tenía miedo, no estaba nerviosa, simplemente vivía el momento.

 

Avisé a tu iaia Tere que, como parecía que la cosa estaba en marcha y, aunque seguramente iría para largo, viniese a buscar a Emma a casa después del cole.

 

Mientras, fui reordenando y relimpiando la casa otra vez (yo siempre hasta el último momento en mi línea jeje) y dejando preparado todo lo que seguramente iba a necesitar en unas horas.

 

A las 12’15h. llegaba Emma a casa. Recuerdo que cuando llegó yo estaba tumbada en la cama intentando descansar y dormir un rato, cosa que no conseguí, pues el dolor cada vez era más intenso. Llegó la hora de irse. La miré a los ojos y me despedí de ella dándole muchos besitos y abrazos. Me dio mucha fuerza saber que pronto conocería a su hermana.

 

Serían las 13’30 o 14h, comíamos tranquilamente. Hablábamos ilusionados del día tan esperado, ése día que ya había llegado. A mi ya me costaba estar pendiente de contar las contracciones, así que fue Alex quien se encargó a partir de entonces. Me miraba y casi no hacía falta que le avisara de cuándo venían y cuándo se iban. No recuerdo que comimos, pero sí que ya no me apeteció el postre. Las contracciones eran cada 5-7 minutos, otras quizá cada 4, y ya duraban alrededor de un minuto.

 

Sentía el dolor en la parte baja de mi barriga. Sentía llegar las contracciones, me daban calor.

 

Mientras yo iba y venía por casa, Alex comentaba a Roser y a Laia que las contracciones cada vez me molestaban más. Me recomendaron darme un baño.

 

Y ahí empecé a vivir uno de los momentos más bonitos y dulces de ese día. Llenamos la bañera. Encendí tu velita, la que nos acompañó a las dos toda la noche. Me sumergí, el agua caliente relajaba todo mi cuerpo. Y estando allí en silencio, me contemplé. Estaba viviendo lo que tantas veces había imaginado! Y empecé a creérmelo. Nos quedamos solas, tranquilas, conectándonos. De pronto me sorprendió una música y sentí emoción. Tu papi había estado preparando los altavoces para que la música también nos acompañase.

 

Y a partir de aquí empecé a perder la noción del tiempo. Debieron pasar unas dos horas cuando decidí salir de la bañera. Quería cambiar de posición. Me fui al comedor, paseé, me puse en la pelota,… creo que me empezaba a cambiar la cara y necesitaba acompañar cada contracción con un leve gemido, así parecía que dolía menos.

 

Cada vez era todo más intenso y decidí volver a la bañera con la intención que volviese a darme el descanso que necesitaba.

 

Eran las 17h. No sabíamos si ya había llegado el momento de avisar para que vinieran a casa y, justo antes de meterme en la bañera, Roser llamó a Alex para ver que tal estábamos. Me pasó el teléfono pero apenas pude hablar, las contracciones eran muy seguidas y dolían, vaya si dolían! Así que al escucharme decidieron que venían ya para casa.

 

Llegaron a las 18h., yo seguía en la bañera, se había convertido en mi refugio. Recuerdo que cuando las vi me inundó la calma y me entraron ganas de llorar, pues ahora estaban a mi lado, en mi parto!

 

Ellas, siempre tranquilas y felices, me animaban diciéndome que lo estaba haciendo muy bien. Íbamos escuchando tu corazoncito. Estabas tan feliz dentro de mí, preparándote para salir.

 

Cerraba los ojos y me dejaba llevar. Me dolía mucho. Decía en voz alta que no podía y dudaba de si lo estaba haciendo bien. Quería descansar entre contracciones, dormir un rato, sólo eso, pero eran tan seguidas que no me dejaban. Alex me cuidaba, con palabras de ánimo, dándome de beber zumo de manzana, cubriéndome con agua calentita y dándome fuerza cogiéndome de la mano. De fondo las escuchaba preparar cosas. Otras veces no escuchaba nada, sólo a mí. Ya empezaba a desconectar del mundo, había momentos en los que no estaba en la bañera, viajaba fuera de mí, a otra realidad dónde sólo estábamos nosotras.

 

Estuvimos en la bañera hasta casi las 21 h. Después fuimos a la habitación, me tumbé un rato intentando descansar. Tenía muchas ganas de vomitar, y segundos después lo hice. Les preguntaba que tenía que hacer, no me daba cuenta que mi cuerpo ya lo sabía y actuaba por instinto.

 

Estaba cansada y hacia las 22h decidimos probar la silla de partos. A veces me venían pensamientos como, ¿me quedará mucho? ¿Estaré dilatada? (nunca me hicieron un tacto)… Allí sentada me acompañaba Roser dándome un masaje, yo me apoyaba en ella, después en la cama, agarrando fuerte la mano de Alex. Una fuerza dentro de mí apretaba y me hacía rugir como si de una leona se tratase. De mi interior fluían líquidos que me hacían estar más cerca de ti. En una de esas veces noté como algo se rompía dentro de mí, había roto aguas y eran claras.

 

Eran las 23’15h. cuando me propusieron volver a la cama y me pareció genial. Me subí a cuatro patas y de nuevo volvió la leona. Aquella que antes rugía ahora se mostraba silenciosa, apenas un leve gruñido, pero con más fuerza que nunca. No sé ni como ni porqué pero me encontré con la cabeza hundida entre cojines y mi cuerpo iba y venía solo. No hacía falta pensar, ya sabía que hacer, estaba pujando. Recuerdo el calor de las manos de Laia masajeándome la parte baja de la espalda, una toalla que me intentaba cubrir pero se iba cayendo con mis movimientos, unas sábanas lilas a las que me agarraba con fuerza y unas suaves palabras de ánimo que me iban acariciando.

 

A cada contracción mi cuerpo se mueve pujando suavemente. Estoy concentrada en mí, en nosotras. Ya no necesito coger la mano de Alex. Me dicen que se le ve el pelito y pienso que ya estoy muy cerca de verte. Siento el calor húmedo de una gasa en mi periné, me calma. Empiezo a sentir que tu cabecita quiere salir, muy lentamente, muy despacito, muy suave. Siento una fuerza que nunca antes he tenido y aprieto desde lo más hondo de mi ser. Noto como a cada pujo sale un poquito más de tu cabeza. Me sorprendo de mi misma, me doy cuenta que ya no siento dolor, aunque sí muchas ganas de apretar y dejarte salir. No dejan de repetirme lo bien que lo estoy haciendo y lo poquito que nos queda. Cojo aliento entre contracciones y ahora tu cabecita ya no vuelve a entrar. Estás casi fuera, me quema, me escuece y parece que me vaya a partir, pero no me duele. Me dicen que sale la cabecita hasta los ojos. Te siento casi fuera y me lleno de poder. Descanso. Y en la siguiente contracción vuelvo a sacar el animal que hay en mí y aprieto como nunca y por fin sale toda tu cabecita. Ya estabas aquí, y con la ayuda de Laia acabaste de salir. Eran las 00’40h.

 

Inmediatamente desperté, volví en mí y salí de mi guarida, buscándote, llamándote “ay mi niña”. Te pasaron entre mis piernas y desapareció todo a nuestro alrededor, se paró el mundo y sólo estábamos tú y yo. Mis manos te sujetaban, desprendías calor, un olor dulce, llorabas y yo te besaba, te hablaba, diciéndote “hola mi cosita linda, ay mi vida y mi corazón… pero qué grande y gordita estás”, “¿pero como eres tan bonita tú?”, “ay que lo ha hecho la mama”, “mi sueño, mi sueño hecho realidad”. Y fue en ese mismo instante, en el que te miré a los ojos, cuando sentí que volvía a nacer Emma, nacías tú y renacía ella.

 

Me sentía grande, ya no estaba cansada, ya no me dolía nada, estaba pletórica, eufórica! Quería gritar al mundo que lo había conseguido, que lo había hecho yo sola, que había parido a mi hija!

 

Había magia en aquella habitación, nos besamos y abrazamos todos los que estábamos allí. Se escuchaban llantos y risas, se sentía el amor. Piel con piel.

 

Pasado un rato tu papi cortó el cordón, cuando dejó de latir. Poco después de la 1h alumbré la placenta y Laia y Roser me miraron por si tenía algún desgarro, nada de nada! Otro subidón más! Olé yo! Pesaste 3’900 kg.

 

No me lo creo, a la 1’30h., acabada de parir, me estoy duchando. Tengo hambre y me dan un caldito y batido de placenta. Estás conmigo, con los ojos abiertos y tu cabecita buscando mi pecho, te ayudo, lo encuentras y volvemos a estar unidas.Esa noche no pude dormir, estaba demasiado emocionada y alucinada con lo que había hecho. Era taaan feliz que no había ni hay palabras para poder describirlo.

 

Ahora, nuestra casa, nuestra habitación, nuestra cama, nuestras sabanas, ya no son las mismas. Tienen otro olor, tienen un color diferente, un calor especial.

 

Quisiera dedicar éste relato, éste pedacito de mí a…

 

A ti, mi pequeña Martina, por sanarme y haberme regalado el momento más mágico y grande de mi vida

 

A mi preciosa Emma, por haberme mostrado cuál era el camino que tenía que seguir, sin ti tu hermana no hubiese nacido en casa, rodeada de tanto amor, paz, tranquilidad, respeto, calor y  felicidad.

 

A mi marido, el que tanto confió en mí, el que tanto me apoyó. Él, sólo él sabe lo que esto ha significado para mí, un sueño que empezó siendo mío y acabó siendo de los dos. Le estaré eternamente agradecida por creer en mí, por sentir y saber que podía hacerlo.

 

A mis padres, porque sencillamente siempre confiaron en mi elección.

 

Y… ¿cómo dos personas sin apenas conocerlas acaban teniendo un lugar tan importante en mi vida?! Éstas son Laia y Roser, mis comadronas.  Ellas han sido dulces, atentas, respetuosas, alegres, tranquilas,… Gracias por ello, por acompañarme y ver en mí una diosa poderosa que todo lo puede, por todo ello siempre tendrán un lugar especial en nuestro hogar.

 

Y a tantas mujeres y amigas que me dieron fuerza, a todas ellas gracias por recordarme que “podía”.

 

Noelia Acedo González

12/12/2017

Naixement de Lila a casa

Parir en casa fue una decisión muy importante en mi vida. Algo que hasta entonces nunca se me había ocurrido, ¡ni sabía que fuera posible!
Durante el embarazo de mi segunda hija busqué por internet información sobre partos en el agua y entonces me topé con todo un mundo nuevo para mi.
Pude “entender” lo que había ocurrido con mi primer parto en hospital en el que de lo único que me “libré” fue de la epidural pues yo, en aquel entonces ya quería un parto dónde pudiera sentir nacer a mi bebé. Pero tanto el trato del personal sanitario, como los procedimientos médicos a los que me sometieron hicieron que aquel momento de máxima felicidad se viera empañado por el dolor, el miedo y la sensación de haber sido violada. No obstante, sin información no pude poner palabras a lo que sentía.Como digo, durante el embarazo de mi segunda hija, seis años después, la información llegó a mí. Pude entender, y también empezar a sanar y aceptar lo que ocurrió en mi primer parto y pude imaginar, proyectar, planear, soñar… un parto diferente.Fue en ese momento cuando me encontré con DONA LLUM, Associació Catalana per un Part Respectat, y desde entonces ha estado muy presente en mi vida. Primero recibiendo apoyo, información y rodeándome de mujeres verdaderamente sabias, y luego, seguí recibiendo y también aportando lo que pude, hasta hoy día.Mi decisión de parir en casa fue basada en el MIEDO. Sí, en el miedo, puro y duro, al hospital.
Miedo a que hicieran conmigo lo que quisieran. Miedo a no saber hacer valer mis derechos y los de mi hija. Miedo a las prisas, a las condiciones, a la suerte o no de encontrarme con alguien humano ese día.
Miedo a no ser suficientemente guerrera para lidiar con personal sanitario no dispuesto a respetarme. Miedo a los gritos, a las burlas, a que cuestionarán mi valía, mi poder, mi capacidad para parir. Miedo a la sangre, los cortes, los puntos. Miedo a volver a sentirme fuera de juego, a tener que evadirme. Miedo a no disfrutar, ahora que sabía que se podía. Miedo a volver a verme en un potro, rodeada de personas diciéndome qué hacer, con alguien subiendo encima mío, con dolor, angustia y sufrimiento. Miedo a sentir otra vez que el momento más maravilloso de mi vida me había sido arrebatado. Miedo a dejarmelo arrebatar. Miedo. Mucho miedo.Después de leer experiencias de otras madres y el libro “La revolución del nacimiento”, me quedó claro, clarísimo que tanto físicamente, como emocionalmente, para mi hija y para mi, lo más seguro, era parir en casa. Además, se cruzó en mi camino Inma Marcos, gran persona, gran mujer, gran mamá y gran llevadora, que me lo puso aún más fácil.Pienso que esta decisión de parir en casa basada en el miedo es tan común entre las madres que paren en casa, como injusta. Colaboro con DONA LLUM, entre otras cosas para que esto no suceda.
Parir en casa está muy bien. Es una opción estupenda y con unos índices de mortalidad y morbilidad que no dejan lugar a dudas: Es una opción segura y saludable. Pero es triste que muchas mujeres decidan parir en casa porque en el hospital no se les puede garantizar un trato humano, respetuoso y una práctica clínica adecuada: basada en la evidencia científica.Por todo ello, desde DONA LLUM, trabajo / trabajamos para que todas las mujeres puedan decidir libremente dónde parir, ya sea en hospital, en casa de partos o en su propia casa…Y, que sea dónde sea…sea con respeto a ellas mismas, a sus bebés y a todo ese proceso tan maravilloso que es parir…nacer.

(9/06/2013)

Es catorce de marzo; Bonita fecha….. Sé que hoy nacerá mi princesa. 

Ayer, ( martes trece), fui a desayunar con Anabel (mi súper doula), y con Mirian, por plaza Catalunya. Así que después de desayunar dos veces; (sí, dos veces!) sin comentarios (que luego me pesaron), me pasé por Marenostrum a saludar a Inma, mi matrona.

Me acompañó Anabel y así ella e Inma se conocían antes del parto.

Estoy de 41+1, llevo dos semanas con contracciones preparatorias tooooodos los días, pero no acaba de llegar el momento…

La verdad es que yo no había contado con la posibilidad de pasarme de la fpp. Mas bien siempre pensé que mi niña llegaría antes de tiempo por todo el estrés y los malos momentos emocionales pasados en los últimos meses de embarazo…pero ahí estaba; con mi panza más a gusto que nadie.

Inma llevaba un par de semanas intentando animarme y pidiéndome que me relajase y dejase de pensar en los posibles problemas que tendría cuando mi niña estuviese conmigo; Que tenía que tener ilusión y desear con todas mis fuerzas que mi niña naciese…Yo quería tenerla.

Me iba haciendo a la idea de que por muy a gusto que estuviese yo con mi barriguita eso no podía durar más…(aunque en ese momento no me hubiese importado que me quedaran tres o cuatro meses mas de embarazo). Se me hacía un mundo pensar en lo que venia después. Volver a ver al papá de Lila después de más de dos meses sin saber nada de él, y después de todo lo que había pasado; Los problemas que pensaba que podría tener con él o con su familia; ¿Cómo me iría con los dos nenes sola? Uf!! estaba tan bien y tan tranquila embarazada…creo que por todo esto yo no dejaba nacer a mi niña y empezaba a sentirme mal por ello. A parte, lo típico; Todo el mundo pendiente y preguntando si había novedades, mi familia, las madres del cole, la familia del padre, que llamaban cada día… Me sentía cada vez más presionada y cuestionada. Llegó un momento que sentí que no me creían, que pensaban que Lila ya había nacido y les estaba engañando.

Dadas las circunstancias Inma (a la que no sé cómo agradecerle lo mucho que se ha preocupado y me ha ayudado todo este tiempo) me propone empezar ya con las “ayuditas” a ver qué pasa. A mi me parece bien.

Decidimos que me haga un tacto y darme un meneito como dice ella. No me duele nada, todo hay que decirlo.

Me llevo una sorpresa; Estoy dilatada de tres-cuatro centímetros y cuello favorable. Me animo muchísimo y me alegra saber que las contracciones de las dos últimas semanas han ido haciendo su trabajo.

Me da unas perlas de homeopatía para tres días; Esa misma tarde me tomo las dos primeras. No sé exactamente que función tienen; para estar centrada o algo así dijo, yo soy bastante ignorante en este tema.

Quedamos que si en tres días no se desencadena el parto, empiezo con las tomas de aceite de ricino.

Por cierto, me pesa y en las dos últimas semanas he engordado 8 Kg. Sin palabras 

Nos despedimos con la ilusión de que el próximo encuentro sea en casa mientras mi bebé nace.

¡Que bien me siento siempre después de pasar un ratín charlando con Inma; Esta mujer tiene algo especial!

Anabel y yo nos vamos en autobús hacia su casa. Le digo que me siento muy rara. Al bajar, ella se sorprende porque parece que la barriga me ha bajado muchísimo.
Comemos juntas y las contracciones indoloras que solía tener continuamente empiezan a ser un poco molestas. Las dos sabemos que me estoy poniendo de parto y que es posible que esa noche se anime el tema. Pero no quiero adelantar acontecimientos.

Me voy en autobús hacía mi casa y parece que con el traqueteo la cosa se anima, las contracciones pican un poquito. Es una sensación tan placentera que al llegar a mi parada me da pena que el viaje termine. Al bajar vuelve la calma.

Paso la tarde paseando con mi hijo. Hago la compra; Voy a ver a mi madre, que también se sorprende con lo que me ha bajado la barriga; Me tomo las perlas y me siento cada vez más rara.

Me voy a dormir muy pronto (¡y sola!), a la habitación del peque. Estoy como atontada y no quiero que nadie me moleste. Sé que es lo que está pasando pero me siento muy tranquila y relajada y me duermo enseguida profundamente. Son las 22 horas del día 13 de marzo.

Me despierto en medio de mi primera contracción de “verdad”. ¡Lo sabia! Cuando me acosté a las diez de la noche toda rara y sin cenar lo sabia. Sabia que esa noche seria al fin ¡la noche! Me quedo inmóvil en la cama, pensando; Esperando otra contracción con ansias. Tengo la sensación de haber pasado muchas horas en la cama, pero miro el móvil, ¡y sólo son la 1:00! Otra contracción. ¡Me siento genial! Seré rematadamente rara pero la verdad es que me encanta sentir ese dolor… Por fin 

Me levanto. Mi hijo y mi hermana no se enteran porque hoy no me acosté con ellos como de costumbre. Lo he dicho, estaba rara, rara, esa noche…

Me voy a la habitación del ordenador y me estiro en el sofá toda concentrada para sentir más y más contracciones. Y siguen. ¡ La emoción va en aumento !

Pienso en levantarme y ponerme a limpiar y preparar todo lo que necesitaré para el parto varias veces durante la noche, pero estoy muy gandula. No tengo ganas de hacer nada.

Me meto en el foro de CN (CrianzaNatuaral) y pongo un par de mensajes. Normal, a estas horas no hay repuestas. No quiero despertar a mi hermana todavía pero tengo ganas de poder compartir estos momentos con alguien. Le mando un mensaje a mi doula con esperanzas de que lo lea enseguida, porque me sabe mal llamarla y despertarla. Al rato me contesta. Está intentando organizarse para poder venir.

Sigo con mis contracciones, no paran. ¡Me encantan! No cuento lo que duran ni cada cuánto son, estoy perrísima, demasiado relajada.

Me voy a la cama de nuevo. Son las 3:30 y quiero ver si me duermo un rato. Pero no me puedo dormir. En la cama empiezan a dolerme más las contracciones y no aguanto ahí quieta.

Inma siempre me dijo que la avisara en cuanto tuviera contracciones dolorosas porque estaba convencida de que el parto sería muy rápido. No la llamo. No quiero despertarla a estas horas. Sé que puedo ir aguantando un rato más.

Vuelvo al sofá. Ahí me estiro, me siento, me balanceo apoyada al respaldo, me pongo a cuatro patas, no paro quieta. Las contracciones cada vez son más intensas y empiezo a acompañarlas con leves suspiros. Siento placer.

Se despierta mi hermana y guardando la compostura le digo que no pasa nada, que todo está bien, que no hay cambios y que simplemente no puedo dormir. Se vuelve a la cama.

Ahora cuando lo pienso me doy cuenta que podría haber despertado a todo el mundo y estar entretenida y no ahí aburrida. XD

Consigo dormitar una horita en el sofá. Me sienta genial. Me despierta el teléfono; Es Anabel toda agobiada porque no consigue contactar con su madre para dejarle a los nenes. Ya son las 6:15 y decidimos que se vendrá pitando en cuanto los deje en el cole.

Se despierta mi hermana para estudiar un rato antes de ir al instituto. Ya le digo que estoy de parto. Y se queda a mi lado. Estoy muy a gusto con mi tata, ella está tranquila y emocionada. Los ojos le brillan por la ilusión. ¿Quién me iba a mi a decir que iba a recibir tanto apoyo de su parte durante estos últimos meses? Su confianza. Su apoyo por el parto en casa, esa decisión para mi tan importante, que a la mayoría parecía una locura y una imprudencia por mi parte… Ella me apoya y está también convencidísima de que es la mejor opción. Y está aquí, a mi lado. 

Son las 7:00 decidimos llamar a Inma. Sé que a esa hora ya estará despierta. Le digo que estoy de parto y que llevo toda la noche con contracciones pero que todavía me siento bien. Me dice que viene ya. Pero yo creo que no hay prisa todavía (¿Porque no querré yo molestar un poquito?) Decidimos que contaré cada cuanto son las contracciones y lo que duran (que hasta ahora no lo he hecho por pura pereza) y que en media hora la llamo y le digo.

Se encarga del cronómetro mi hermana. Las contracciones son regulares cada tres y cuatro minutos y van durando cerca del minuto. En algunas no sé cómo ponerme. Si me pillan estirada, me levanto de un respingo y me balanceo, si me pillan de pie, me pongo de cuclillas o me agacho y aprieto contra la pared.

Voy al baño. Ya he ido durante la noche tres o cuatro veces. Ahora no encuentro el momento de levantarme. Cuando voy a intentarlo me viene otra contracción y me vuelvo a sentar. Acabo partiéndome de risa yo sola sentada en el wc.

Me llama Inma porque han pasado cuarenta minutos y no le he dicho nada todavía. Le cuento como está la cosa. Ya viene. Aunque sabemos que la ronda a estas horas está fatal. Son las 7:45.

Se despierta Miguel Ángel. Me tumbo a su lado y le doy la noticia. Al principio se piensa que le estoy gastando una broma (demasiadas noches diciendo “a lo mejor esta noche me pongo de parto” jeje). Me da una contracción y me pongo de cuclillas en el suelo, apoyando la cabeza en la cama. Se da cuenta de que la cosa va en serio y se le dibuja una sonrisa en la cara, ¡Y a mi otra!

Se levanta y enseguida me prepara un zumito de naranja (él es el encargado de los zumo y de las velas).

Vuelvo al baño . Me llama Inma y me pilla ahí. Está en un atasco. “¡Ponte un tapón y espérame!”. Me hace reír. Le digo que no se preocupe que la espero.

A las 8:50, con premeditación y alevosía, llamo a mi tía y le digo que no voy a bajar a Miguel al cole porque ha pasado mala noche con vómitos y que nos quedamos los dos en casa. Que no se preocupe. (Todos mis primos van al mismo cole que Miguel Ángel y si no bajo pues ya os imagináis el plan, ¡todo el mundo se entera que estoy de parto y se me presentan en casa!)

Llega Inma. Son las 9:10. (La portera le ha ayudado a subir todos los trastos. Me saluda antes de irse, está nerviosa y emocionada. Me la imagino en las escaleras, preocupada, esperando que nazca la nena. Menos mal que no lo hace XD).
Me hace el primer y único tacto. 4 centímetros y cuello borrado. Frecuencia cardíaca perfecta. Prevé que el nacimiento se producirá sobre las dos o las tres del mediodía. A mi me parece que he dilatado muy poco para haber estado toda la noche con contracciones pero no digo nada y tampoco le doy más importancia.

Llega Anabel. Está contentísima de ver que estoy bien y que ha llegado a tiempo. Anabel también me da mucha tranquilidad y me gusta como me habla bajito y dulce. Yo vuelvo a mi trono (Trono = wc). Empiezan a montar el escenario del parto. Yo no hago nada y siento que a lo mejor tengo un poco de morro, pero sigo a lo mío. 

Creo que Inma monta la piscina y Anabel y mi tata me están preparando los sofás y la cama.

Llega Marta. Me saluda desde la puerta del baño porque sigo en mi trono, no hay quien me levante de ahí :-S .

Sale mi hijo de su habitación. Lo veo y no puedo parar de reírme… ¡Va en bañador! ¡Con albornoz, gorro y las gafas de piscina! Menudo panorama 

A Inma no le hace tanta gracia y le dice que se vista, que la piscina no es para él…pobre…

Consigo levantarme y me voy con él a mi habitación. Anabel me la está acabando de preparar; Lo han cubierto todo con plásticos y me han puesto unas colchas bien dobladas encima de la cama como un gran almohadón.

Hablo con Miguel Ángel porque está disgustado. Dice que él no está haciendo nada. Que no me está ayudando en nada y que la faena que le dan para hacer no le gusta. Justo en ese momento llega Inma y le dice que lo mejor que puede hacer es pasar desapercibido. Se lo dice toda seria. Y él se enfada mucho y se va a su cuarto. 

Me pongo a cuatro patas en la cama, recostada sobre el gran almohadón. Marta, que es un cielo, me masajea la espalda.

Mi hijo sale de la habitación vestido y con intención de irse al cole. Porque ahí no hace nada, dice. Hablo con él pero es tan tozudo… ¡Las velas! Claro que tiene algo que hacer, ¡encender velas! Se pone a encender velas por mi habitación como un loco. Feliz.

Las contracciones ahora parece que no son regulares, puedo estar cinco minutos hablando con mi hijo sin tener ni una. Pero sí duelen bastante más, y lo que yo me temía, ¡vienen de riñones! Menos mal que tengo a Marta que me pone sobre los riñones la bolsa de agua caliente y me masajea a la vez. Empiezo a quejarme un poco en las contracciones y a respirar bastante fuerte.

Inma propone a Anabel que se vaya a dar una vuelta, ella, mi hermana y mi hijo. Todavía parece quedar bastante rato de parto, y así yo estaré más tranquila.

Mi hijo no se quiere ir. Sigue encendiendo velas XD. Hablo con él. Le digo que es importante que vaya y me compre un par de cosas que sólo él sabe dónde encontrar. Se van al mercadona; Está a tres calles. Son las 10:20.

Yo sigo en mi cama. Marta se ha ido con Inma a la habitación del ordenador. Inma aprovecha a ratos y va haciendo cosas en el PC.

Mi hermana está detrás mío y cubre mi frente con un paño fresquito, mi hijo no se pierde detalle.

Me siento sola y me levanto con intención de llegar a ellas. Me agacho en mitad del pasillo, tengo una contracción. Me asomo a la habitación y me dicen que me están contestando en el foro, y me acuerdo que les dije algo así como que ahora eso me da igual (¡lo siento!).
Me di la vuelta y me fui camino de mi habitación, pero me dio otra contracción y vi mi trono ahí al lado, y me volví a sentar (!!)

¡Empiezo a soltar el tapón mucoso! Me da mucha alegría.

Con mi hijo Miguel lo perdí justo una semana antes del parto pero con Lila nada de nada hasta ese momento.

Se asomaron a verme y les dije que no me podía levantar todavía porque no paraba de soltarlo. Me dice Inma que tenga cuidado de no cagar a la niña o algo así. Yo ya no estaba para muchas bromas. Me hacían gracia pero ya no me reía.

Consigo levantarme y voy a llamar a mi madre para decirle que se venga cuando pueda. Son las 10:35. Ya había decidido que la avisaría cuando estuviera ya todo preparado. Ella no está para muchos trotes porque hace unos días que la operaron, pero no se quiere perder el parto. Me coge el teléfono a la misma vez que me está dando una contracción que no me deja casi ni hablar y sólo le digo que estoy de parto y que venga cuando quiera (supongo que con voz de ultratumba). Ella me pregunta algo pero le cuelgo directamente. Pobre. Me supo mal pero es que no podía hablar.

Me voy para mi habitación y vuelvo a la posición de antes. Marta me da calor y masajes. Estas contracciones me están dejando k.o. Vuelven a ser regulares y mucho más intensas. Empiezo a gemir bastante en una de ellas y viene Inma sorprendida y pregunta si ese gemido ha salido de mi; ¿de quién si no?. Me observa.

Yo me miro al espejo que está delante de mi y empiezo a pensar que yo no soy capaz de aguantar esa intensidad, esa fuerza, esa tensión, durante cuatro o cinco horas más que es supuestamente lo que queda (Según Inma, la pitonisa). Tengo el primer y único momento de duda, de miedo, de sentirme incapaz. Me miro al espejo y me veo frágil… “No entiendo cómo podía estar tan segura de parir en casa, ¡en menudo lío me he metido yo sola! Ahora yo tengo que salir de este embrollo como pueda, y no puedo moverme ni salir pitando para el hospital, ya no tengo más remedio que aguantar y parir a mi hija. Como pueda.”

Sólo lo pensaba, era incapaz de verbalizar tanta duda sólo decía “¡no puedo aguantar!” entre gemidos.

Inma se pone a mi lado y me dice que claro que puedo, que lo estoy haciendo muy bien; Se levanta y veo que llama por teléfono. “Anabel, ¡venid ya! ¡Que ya viene!”. Alucino. Mis miedos y mis dudas se quedan atrás. Si queda tan poquito, ¡claro que puedo!. Son las 10:45.

En las siguientes contracciones mis gemidos van en aumento y por primera vez siento ganas de empujar. Más bien siento que mi cuerpo empieza a empujar. Me sorprendo tanto que grito confundida “¡Tengo ganas de empujar!”. Inma está a mi lado, a los pies de la cama y me dice que empuje si es eso lo que me pide el cuerpo. Dulce, tranquila, serena. Empiezo a empujar. ¡Qué sensación más intensa, más maravillosa! Me sentía fuera de mi…

Marta sigue con los masajes. ¿Qué hubiera echo yo sin sus manos? Inma se pone a mi lado y me ánima. Dice que lo estoy haciendo bien y que cuando termine esa contracción puedo meterme en la piscina, aunque no le ha dado tiempo a llenarla; está en ello.

Anabel, Yasmina y Miguel Ángel llegan justo cuando estoy a punto de levantarme e irme a la piscina. Inma me acompaña y me ayuda a meterme en el agua. A penas hay un palmo pero está calentita y se agradece muchísimo. Estamos casi a oscuras; Son las 10:55.

Estoy bastante tensa en el agua. Las contracciones son muy fuertes y de momento no me dejo llevar y empujo con timidez. Tengo resistencias.

Mi hermana está detrás mío y cubre mi frente con un paño fresquito entre contracción y contracción. Éstas parecen que no acaben nunca y no puedo diferenciar cuando acaba una y empieza otra.
Creo estar gritando con fuerza, y estoy como en otro mundo, pero de vez en cuando centro mi mirada y vuelvo a mi salón, paro de chillar, y con voz tranquila digo algo así “chillo mucho pero no es para tanto pero como estáis aquí…” todos ríen.

Me estiro en el agua, cierro los ojos…¡que gustazo!

Me estiro en el agua, cierro los ojos…¡que gustazo!

En medio de otra contracción me quedo mirando a Inma y le digo con penita que me ayude….jaja….¡pobre! ni que ella pudiera hacer más de lo que está haciendo…

De vez en cuando comprueban el latido del corazón de mi princesa. Aguanta estupendamente las contracciones.

Inma me dice que me relaje, que estoy muy tensa. Que relaje los hombros, que me estire en el agua. Lo hago. Me estiro en el agua, cierro los ojos…¡que gustazo! Ahora estoy mucho mejor. Vuelvo a sentarme con las piernas bien abiertas. Mi hijo me ofrece agua fresquita; Bebo un poco. Está a mi lado y no se pierde detalle. Aunque yo no hago caso a nadie. En este momento como si hay millones de personas mirando que a mi me da igual, yo a lo mío 

Llega mi madre. Se acerca y me da un beso mientras me anima.

Son las 11:15. Sigo relajada y mi cuerpo empuja con mucha fuerza, como si me fuera la vida en ello. Me siento muy bien. Entre contracciones sonrío como una boba. Me siento flotar, como drogada, ¡endorfinas maravillosas!

Es una sensación increíble; Tu cuerpo descontrolado y te dejas llevar…

Pienso que voy a rajarme y lo grito. Me aconsejan poner mi mano para notar a mi niña y así lo hago. ¡Increíble! ¡Cómo quema! (Me acuerdo de los partos que he leído. Es el aro de fuego). Está ahí. Empujo poco a poco y notando como sale su cabecita. Tienen que apartar mi mano para poder ver. Ya está casi toda la cabeza fuera. ¡Mi hijo aplaude emocionado! No empujo. Respiro profundamente con la boca abierta. Esperaré a la próxima contracción.

La cabeza está fuera y Marta comprueba que no hay vuelta de cordón. Su corazón late con fuerza y a buen ritmo. No pasa ni un minuto y empiezo a empujar con fuerza y es entonces cuando llega el momento más esperado. La sensación es indescriptible, increíble. Da un revuelco y sale escurriéndose como un pececito, ¡qué placer! La ponen sobre mi pecho y enseguida llora.

Me tumbo con Lila en el sofá y sigo intentando que se agarre al pecho.

Me tumbo con Lila en el sofá y sigo intentando que se agarre al pecho.

No sé si reír o llorar. Estoy feliz. ¡Mi princesita ya está aquí!. La miro y sí, se llama Lila. Todos están muy emocionados. Yo estoy como en una nube. Son las 11:25.

Pasan quince minutos, más o menos, antes de que Miguel Ángel, con la ayuda de Marta, empiece a cortar el cordón de su tati. Está muy duro y acaba cortándolo Yasmina.

Llevo rato con ganas de empujar. Inma coge a Lila y la deja nadar antes de sacarla del agua. Me levanto pero no me da tiempo a salir del agua, empujo un poco y sale la placenta. Está perfecta.

Me tumbo con Lila en el sofá y sigo intentando que se agarre al pecho. Le está costando un poquito pero enseguida lo conseguimos. Llora mucho…que carácter!!

Inma y Marta comprueban el estado de mi periné: Para mi asombro no tengo más que un pequeño arañazo superficial en el interior de un labio, que, evidentemente, no suturan.

Al auscultar a Lila comprueban que tiene un poquito de liquido en el pulmón derecho. Le dan homeopatía y van comprobando que va mejorando poco a poco. Una hora más tarde se le escucha totalmente limpia.

Son las 12:15. Me levanto y me voy a la ducha. Me parece increíble lo bien que me encuentro. Apenas he sangrado durante el parto. Y me siento fuerte.

Salgo como nueva. A Lila la han vestido entre Anabel (su madrina y tía postiza) y mi madre.

Ya está casi todo recogido. ¡Que eficaces que son! 

Me quedo en el comedor porque empiezan a llegar las visitas. Hasta sube la portera que estaba preocupadísima. Por lo visto, nadie se ha enterado de los gritos, ni siquiera ella, que estaba pendiente.

Mi hijo dice que ha sido mucho mejor de lo que esperaba. Está emocionado. Mira a su hermana con mucho amor. 

Me encuentro mejor que nunca. Estoy radiante. Mi vida nunca volverá a ser igual.

Todo ha valido la pena. Siempre supe que hacia lo correcto. Siento que algunas personas no lo vieran así.

Quiero dar mi mas sincero agradecimiento a Inma y Marta por su apoyo y ayudarme a vivir el momento más maravilloso de mi vida. Sin ellas nada de esto hubiese sido posible.

A Yasmina por estar antes, durante y después. Espero y deseo que dentro de unos años intercambiemos los papeles 

A Anabel, ¡cuánto me alegro de haberte conocido! Mil gracias por ser la mejor doula que se pueda tener.

A mi madre por su apoyo en mis ideas…¡gracias!

Y a mi príncipe. ¡Gran defensor de mi “locura”! Gracias por compartir estos momentos conmigo.

A mi hija Lila por escogerme como mamá y hacerme este primer regalo tan valioso.

VIDEO DEL NAIXEMENT DE LILA

12/12/2017

 

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