De cómo Alexis llegó al mundo el 23.11.14
Hay una versión corta para resumir cómo fue mi parto. Bien. Alexis llegó tras no muchas horas de contracciones cortas e intensas y todo fue estupendamente.
Hay otra versión más larga que habla de mujeres que te dicen “sí, puedes” y de miedos que ganan batallas a otros miedos. Esa versión más larga empieza con una mujer que no sabe si podrá hacer las cosas como quiere. Porque sabe que su cuerpo la boicotea muchas veces. Es la misma mujer que tiene pánico a no controlar la situación y que todo acabe orquestado por un montón de gente con batas blancas en un entorno extraño.
Para mí era muy importante que Alexis llegara al mundo de una forma respetada e íntima. Pero, ¿me iba a dejar mi espalda? ¿Me iban a dejar las circunstancias? El miedo a no poder hacerlo, a no saber hacerlo, me picaba por las noches en la boca del estómago. Me susurraba todas las cosas feas a las que me abocan mis limitaciones.
Desde el principio busqué cómo podía evitar ir a ciegas a parir bajo las órdenes de personas que no saben quién soy. Sí, hay gente en los hospitales que te respeta. Sí, mi ginecóloga es una mujer estupenda que siempre me ha apoyado. Pero ese día, ¿quién me atenderá? ¿Se puede comparar una sala de hospital con mi casa?
Y así me topé con un maravilloso equipo de mujeres poderosas que te miran a los ojos y te preguntan a qué temes. Y te informan y te tranquilizan porque te conocen. Saben quién eres y ese día son como un respaldo que te recuerda que sí, que tu parto es tuyo y que sí que puedes.
Cuando todo empezó, a las 4 de la mañana rompiendo aguas, el cosquilleo del miedo me empujó de nuevo. Y todo parecía ir tan rápido… A las 5 ya empezaban las contracciones y muy pronto eran seguidas. Cuando llamamos a Luci no sabíamos si era ya momento de llamarla o no. Pero cuando oí, en medio de una contracción que ya empezaba a picar, que ya venía… Todo estaba ya en marcha. En horas iba a tener a mi nena conmigo.
Luci llegó y yo ya había estado en mi bañera. Un ratito en la silla de partos apoyada contra la cama mientras ella montaba la piscina. Y mis lumbares pegándome fuerte en cada contracción. Escucha la llamada… la vida fue un ensayo hasta ahora. Ismael Serrano sonando de fondo para calmar mi alma, y de vez en cuando, Macaco trayendo su luz. Hoy, empezamos de nuevo, hoy. Alzamos los brazos, cambiamos el paso. El primer día de tu vida puede ser hoy.
Bendita piscina de partos. ¡Bendita agua caliente! Me meto allí y sé que ya hay más gente a mi alrededor, sé que de alguna manera ha llegado Blanca para hacer las fotos (–¿Te molesta el flash? –¿Qué flash?) y sé que también están Marieta y Roser. Pero no soy del todo consciente. Sé que en ese rato de piscina Jordi me coge las manos y no se aparta de mí. Sé que me ofrecen agua, recuerdo a Luci diciéndome la verdad, nada de mentiras azucaradas como no pasa nada; no, la verdad: es duro, es difícil, pero puedes. Recuerdo ser consciente de empezar a empujar. Sin guiones, sin nadie que me diga lo que tengo que hacer. Sólo mi cuerpo y mucho respeto y amor a mi alrededor.
Recuerdo a Roser recordándome que podía tocarme y buscar la cabeza. Y mi expresión frustrada: aquí aún no hay nada! No pasa nada, todo llega. Marieta me deja estrujarle la mano y yo me cambio de postura en cada contracción, mientras sigo diciendo que no puedo. Llevo desde las 9 de la mañana diciendo que no puedo pero parece que no es cierto. Jordi no se separa de mí y tengo la sensación de que no podría hacerlo sin tenerle al lado.
Me van mirando con un espejo y una linterna. Toco de nuevo y ahora sí, ahí está la cabeza. Llegarás como abril, mi fin de semana eterno. Bailaré para ti, reina de todos mis torneos. Si los lunes te duelen yo te levantaré. Cuando el viento arrecie, permaneceré de pie. Es lo que necesito, ha pasado un buen rato y yo estoy cansada, pero ya llega, ya está aquí. Quiero empujar con todas mis fuerzas, quiero tenerla conmigo. Le grito a Jordi que vaya a ver la cabeza, que vea cómo está llegando nuestra nena.
Unas contracciones más y siento cómo mi cuerpo se abre por completo, como si fuera a partirme en dos. Pero sé qué significa eso. Ya está aquí. La cabeza ya está fuera y yo casi no puedo ni creerlo. No queda nada. Un par de empujones más y oigo cómo me dicen que la coja. La cojo yo, con mis manos, de entre mis piernas, recién salida de mi cuerpo, mi beba ya está aquí. Ya está, he podido, lo hemos hecho juntas. No puedo ni explicarlo, Ismael suena de fondo para acompañarla nada más llegar. Ya verás amor, que nos va a acompañar siempre, tantos años lleva tocando nuestras almas. Ahora traes la lluvia y, aunque ya no tenga edad, me desvisto en la tormenta, grito tu nombre en la calle. Ahora que te encuentro todo se vuelve verdad, se derrumban los palacios y traes verde a sus solares. Haces que este otoño ilumine mis mañanas y haga callar al reloj del vientre del cocodrilo. Traes un corazón para cada hombre de hojalata. Ahora cambias mis razones y me vistes de domingo.
Jordi corta el cordón que ha dejado de latir. Poco después con un par de ligeras contracciones recojo nuestra placenta. Es enorme y fantástica. Salgo de la piscina y me parece que tengo toda la energía del mundo. Poco después llegó Núria a conocer a nuestro pequeño milagro. Gracias por estar, amor, ¿sabes que te quiero?
A partir de aquí sólo quiero abrazarla. Abrazarla, mirarla, besarla. Alexis, cambiaste nuestras vidas hace meses y ahora todo gira en torno a ti. Gracias mi nena por hacerlo tan maravilloso. Gracias a Jordi por ser el mejor compañero que nadie pudiera soñar. Por estar a la altura siempre, por sobrepasar expectativas, por darme tanto. Gracias a Blanca por el regalo de esas imágenes que hablan por sí solas. Gracias Nuria por ser la mejor tita postiza del mundo. Gracias a Sunna por portarse tan bien y no separarse de nosotras, por esos lametones en los pies. Y gracias a las dulces Luci, Roser, Marieta y Laia, que se perdió el parto pero muy pronto conoció a Alexis. Por hacerme creer en mí misma. Por apoyarme y sacar lo mejor de mí. Por la resolución de dudas nocturnas. Por tan maravilloso acompañamiento en el momento más importante de mi vida.