La historia de mis dos partos, y con ellos de las dos iniciaciones a mi nueva YO, la concibo conjunta y así es como quiero compartirla. Mi primer parto empieza el 10 de julio del 2014, día en el que salgo de cuentas, con la pérdida del tapón mucoso sobre las dos de la tarde en una ida al baño. A partir de ese momento, empiezo progresivamente a sentirme diferente, cada vez más cansada, como si me fuese a venir la regla, y hacia las 23h comienzo a tener contracciones soportables cada 10 minutos más o menos. Paso la noche en vela, en la terraza botando encima de la pelota mirando la luna casi llena, en el sofá donde me masturbo en una contracción, en la cama, pero ahí es donde peor estoy…y hacia las 8 de la mañana mirando el reloj me parece que ya son cada cinco minutos y llamo a mis padres para que vengan a buscarnos para ir a los Camilos. Recuerdo mucho palo de tener que dejar mi viaje parto en mi hogar para irme al hospital, pero sentirme orgullosa de todo lo que había aguantado en casa, pensando que ya tenía mucho trabajo hecho. Al llegar se me paran las contracciones, y al hacerme un tacto una de las comadronas cual es mi chasco cuando me dice que sólo estoy de un centímetro y mejor me vuelva para casa porque si no se me hará muy largo el parto en el hospital. Me vuelvo a casa decepcionada, y hacia las dos de la tarde, 24h después de haber perdido el tapón mucoso, con una contracción oigo un puf como si se pinchase un globo y rompo aguas. Son limpias y decido esperar un par de horas para volver al hospital. Sobre las 17.30h volvemos, y al hacerme otro tacto la comadrona del nuevo turno, Helena, me dice que ya estoy de 5 centímetros (¡bien!) y me puedo quedar. Pasamos a la sala de dilatación donde si nada se complica pariré y pido poner la música que traigo en el USB, la silla, la pelota…Kaita se sienta en la butaca en una actitud pasiva. Pasan dos horas en las que el dolor se intensifica, sólo lo aguanto con la ducha en los riñones…lloro, grito (recuerdo cómo le había dicho a Kaita unos meses atrás que qué se pensaba, que yo no iba a llorar ni gritar en mi parto…), no pongo consciencia en la respiración durante las contracciones ni nada, estoy cada vez más agobiada y las paso como puedo…Y hacia las 19.30h llamo a la comadrona y entre lágrimas y sensación de derrota le digo que me estoy planteando la epidural, que no aguanto…pero Helena me anima a seguir sin ponerla, me hace un tercer tacto y me dice que ya estoy de 7-8 cm, que lo estoy haciendo súper bien, que de las 3 ó 4 que estamos allí pariendo yo soy su caballo ganador, que cree que en dos horas he parido, que me meta en la ducha si me va bien, que venga, que me hacía mucha ilusión parir sin epidural…Y sigo sus consejos, lo de las dos horas me anima. Al cabo de un rato, ya no sé cuánto, le digo a Kaita que creo que tengo ganas de empujar, que tal vez me haga caca empujando…y aparece la comadrona del cambio de turno, Gloria. Al verla, pese al dolor, flipo, porque la recuerdo perfectamente de la feria a la que había ido unos meses atrás, cuando me fui a informar al stand donde ella estaba sobre partos en casa…y de cómo al decirme ella que aparte de atender partos en casa también trabajaba en los Camilos y que todo el equipo era muy pro-parto natural, me acabé de convencer de la opción “fácil” de parir en los Camilos, sin tener que pagar un parto en casa ni “complicarme la vida”. Y que pensé “Ojalá me toque ella el día del parto”. Pues bien, allí estaba Gloria. A partir de ahí, recuerdo cómo fui adoptando una actitud cada vez más derrotada y dependiente de ella, por favor no me dejes sola, todos los demás excepto Kaita me molestaban, la auxiliar que entra y sale como le da la gana, el ginecólogo que saca la cabeza por la puerta para ver si hace falta y le mato con la mirada…Estamos unas horas en la silla, Gloria le ha enseñado a Kaita como masajearme, el bebé con los pujos parece que quiere salir, empieza a sacar la cabecita pero después vuelve para arriba…y al cabo de un rato, horas tal vez, Gloria me propone cambiar de postura e ir a la camilla. Moverme me cuesta horrores. Una vez en la camilla, Gloria al cabo de un rato me dice que cree que me tienen que ayudar un poco, que tengo el periné muy edematoso y tiene miedo que me desgarre mucho, que si me parece bien o me cortan un poquito o me empujan…yo, hecha polvo, le respondo que hagan lo que les dé la gana…y mientras ella me corta, la auxiliar, que hace unos momentos me estaba diciendo que empujaba “mal”, con la cara en vez de con la barriga, dice “Venga, que esto tiene que acabar ya!” y me hace una Kristeller con el antebrazo en la siguiente contracción. Y así nace Noah, a las 2.45h de la madrugada del 12 de julio del 2014, con un grito que se acaba en cuanto lo ponen sobre mí. “Es un niño” dice Gloria mientras yo le miro sus enormes ojos mirándome. “Es un niño y ha nacido en la luna llena, todo lo que yo predije” pienso, pero estoy decepcionada y sorprendida de no estar más ilusionada y de subidón de todo el momento en general…acabo de parir a mi primer hijo sin anestesia y no siento lo que esperaba sentir…sólo alivio…y una sensación muy extraña de no haber sido consciente de cuando mi hijo ha nacido. Enseguida paro la placenta y al poco pese al cansancio y dolor puedo ir al baño y hacer pis como me aconseja Gloria. No pensaba que parir era tan difícil, no he estado todo lo fuerte y activa que yo pensaba que estaría…le digo cuando nos estamos despidiendo porque ya nos suben a planta. Y ella me responde que puedo estar orgullosa de mi misma, he parido sin epidural, el hospital no es como en casa (o algo así)…También me dice que mira que no le gusta nada hacer episiotomías, pero que es muy pequeña, solo dos puntos…Y ya no la vuelvo a ver.
En los casi dos años que tardé en volver a quedarme embarazada, el dolor de haber “dado” mi parto en el último momento fue poco a poco cogiendo forma y creciendo, y así, al cabo de unos meses de haberme quedado embarazada de nuevo, de lo que presentía sería esta vez una niña, decido quedar con Camila, una comadrona que he conocido y hace partos en casa, para informarme de esta opción. Enseguida conecto, siento felicidad, aire…sí, con lo mental que soy, mi alma me lo está diciendo más fuerte que mi mente, esta vez quiero parir en casa. Primero Kaita, luego mi madre, me hacen en dos ocasiones replantearme mi decisión, pero no, es muy claro lo que me dice todo mi YO, quiero parir en casa. Y me preparo, sola y con Camila y Carolina, mi doula, y leo sobre parto fisiológico, hablo con mujeres que han parido en casa y pierdo el miedo… y veo claramente como para el parto anterior no me preparé lo suficiente. La semana antes de parir mirando partos en internet lloro de que no dejasen salir a mi niño cuando él quisiera…y Noah con sus casi tres añitos “curiosamente” cuando hablamos del tema me dice que él no podía salir…(no recuerdo haberle dicho yo nada y flipo) Y le digo que sí, que como le estaba costando le empujaron y que lo siento, que espero no le doliese mucho. Y de alguna manera eso me hace sentir mejor.
Y conectada, enfocada y más preparada que la primera vez llego al 31 de enero del 2017, tres días después de la luna nueva, día en que salgo de cuentas según mi última regla y 3 días antes según la corrección de la primera eco. A las 7h de la mañana abro un ojo y pienso “Qué bien he dormido hoy!” y me vuelvo a dormir. A las 9 me despierta el timbre “correo comercial!” mientras estoy soñando que hago el amor con Kaita…y al levantarme me noto mojada…mmm, esto es pipi? Flujo de orgasmo por lo que estaba soñando? No lo veo claro (o sí pero me da vértigo y me hago la loca) y sólo le envío un whatsap a Camila en vez de llamarla, pero al cabo de poco le estoy dando el desayuno a Noah y al incorporarme, un grifo abierto saliendo de mí hace que no tenga dudas: He roto aguas. “Te estás haciendo pipi Mamá?” me pregunta Noah. No, cariño, creo que el bebé va a salir de la barriga de Mamá hoy. Y le pido a Kaita que lo lleve a la guardería y ahora sí, llamo a Camila y viene a casa. Estoy preocupada de no tener ni una contracción…a ver si tanta preparación para parir en casa y al final me lo tendrán que inducir? Llega Camila y me calma, me dice que el parto ha empezado, que puede ser hoy, mañana o pasado, pero que no me preocupe, que las aguas se regeneran, que beba mucha agua, que tengo mucha suerte de tener estos momentos de parto iniciado sin dolor…Que me despida de mi embarazo (ahora veo que tendría que haberle hecho más caso en este aspecto)…Le pido que me haga un tacto y ya estoy de 2 cm. Subimos arriba a empezar a montar la piscina y noto una primera contracción sobre las 11h prácticamente indolora. Al rato Camila se va y me dice que si no le digo nada antes volverá sobre las 18h. Las siguientes horas poco a poco empiezan a llegar las contracciones, espaciadas, y hacia las 15h, después de comer, decido ir arriba donde tengo todo montado, para probar de descansar un poco para lo que viene por delante…pero no puedo llegar a descansar porque enseguida la cosa se empieza a animar. Aviso a Camila sobre las 16.30h de que las contracciones son ya bastante seguidas, y me dice que ella y Carolina vienen para casa. La siguiente hora escasa hasta que llegan se me hace muy larga y me empiezo a agobiar…me duele mucho y me siento sola, pienso en Noah y me dan ganas de llorar, llamo a Kaita que anda haciendo algo en la cocina y le pido que esté conmigo…joder, duele mucho, otra vez, pero intento respirar de manera consciente en cada contracción enfocando la mirada en una vela, pensar en que sólo duran como mucho 40-50 segundos…Llegan al fin Camila y Carolina. Les pido enseguida llenar la piscina, estoy obsesionada con meterme en el agua, pienso que allí el dolor será más llevadero…Tardan un rato en llenarla, están mirando la temperatura…y a final sobre las 18h me desnudo y digo “Me meto ya!” y al agua que me voy. Una contracción bestia me hace darme cuenta que el dolor en el agua también es intenso, y eso me paraliza y desmoraliza, el agua no es la panacea que yo creía…hablo con Carolina agobiada, le digo que no estoy gestionando bien en dolor, que si estuviese en el hospital podrían “hacerse cargo”, pero que en casa me tengo que hacer cargo yo…y me sobrepasa…Y ella me dice “Solo deja que suceda, no has de gestionar nada, ya está sucediendo”. Justo después, de repente todo se para unos minutos “Qué alivio poder relajarme en el agua un momento”…Y de golpe siento unas ganas enormes, animales de empujar. Me meto el dedo y noto la cabecita, y entonces mi energía cambia, porque me doy cuenta que el parto no va a durar 12 horas más que era lo que me agobiaba momentos antes…estoy a punto de parir! Y con mis manos ayudo a mi vagina a abrirse, esta vez por mis ovarios que SÍ voy a “saber empujar”, y grito, grito de manera animal, noto el aro de fuego, lo noto todo, en un par de pujos sale su cabeza y al siguiente su cuerpo que acabo de sacar yo misma de mis entrañas. Mi bebé nace a las 18.46h y me lo pongo en mi pecho mirando sus ojos achinados, serenos que me miran y no han llorado ni un momento…y siento tanto poder, tanta fuerza! Esta vez Sí he sido consciente de cómo ha nacido mi bebé…estoy tan flipada que hasta que Camila no dice “Bueno, vamos a ver si es niño o niña no?” no me doy cuenta de que aún no lo sé! Cuando me dice “Es una niña” me pongo a llorar, lo que yo presentía y deseaba, mi niña, te amo, mi guerrera…Salgo de la piscina con mi cachorra en brazos y siento tal subidón que me podría ir a correr una maratón, estoy eufórica hablando con unos y con otros hasta que Camila me dice que vuelva a mí porque el parto aún no ha acabado, tengo que parir la placenta. Esta vez tarda más que con Noah, casi una hora, y no es hasta que no me dicen que está llegando mi madre con Noah que no empiezo a empujar fuerte para acabar de sacarla, para que cuando llegue mi madre el parto ya esté acabado y ella pueda ver que todo ha ido bien. Mis hermanas cortan el cordón cuando deja de latir, y llegan Noah y mi madre…mi niño está flipado pero contento con su hermanita. Hay un clima de celebración en casa, me siento tan bien…Ni un desgarro, solo una pequeña fisura que apenas me molesta…al rato sí que me apetece ya recogerme con mi bebé, que se engancha bien al pecho, y todas se van y me meto en la cama con Ina a saborear el momento, luego Kaita trae a Noah y duermo la primera noche de Ina con mis cachorritos uno a cada lado, feliz, FELIZ, de este parto consciente y natural. Gracias Noah, mi niño mágico, por convertirme en madre y abrir el camino, gracias Ina, mi guerrera, por llevarme a un nivel superior de consciencia. Gracias mujeres sabias que lucháis para que las demás nos empoderemos y recuperemos consciencia de nuestra fuerza, poder y capacidad innata de parir. Me uno a la lucha, y espero que mi relato pueda ayudar a otras mujeres como me han ayudado a mí. MUJERES, SABEMOS PARIR. Y efectivamente, el parto ES NUESTRO.