Parir en casa fue una decisión muy importante en mi vida. Algo que hasta entonces nunca se me había ocurrido, ¡ni sabía que fuera posible!
Durante el embarazo de mi segunda hija busqué por internet información sobre partos en el agua y entonces me topé con todo un mundo nuevo para mi.
Pude “entender” lo que había ocurrido con mi primer parto en hospital en el que de lo único que me “libré” fue de la epidural pues yo, en aquel entonces ya quería un parto dónde pudiera sentir nacer a mi bebé. Pero tanto el trato del personal sanitario, como los procedimientos médicos a los que me sometieron hicieron que aquel momento de máxima felicidad se viera empañado por el dolor, el miedo y la sensación de haber sido violada. No obstante, sin información no pude poner palabras a lo que sentía.Como digo, durante el embarazo de mi segunda hija, seis años después, la información llegó a mí. Pude entender, y también empezar a sanar y aceptar lo que ocurrió en mi primer parto y pude imaginar, proyectar, planear, soñar… un parto diferente.Fue en ese momento cuando me encontré con DONA LLUM, Associació Catalana per un Part Respectat, y desde entonces ha estado muy presente en mi vida. Primero recibiendo apoyo, información y rodeándome de mujeres verdaderamente sabias, y luego, seguí recibiendo y también aportando lo que pude, hasta hoy día.Mi decisión de parir en casa fue basada en el MIEDO. Sí, en el miedo, puro y duro, al hospital.
Miedo a que hicieran conmigo lo que quisieran. Miedo a no saber hacer valer mis derechos y los de mi hija. Miedo a las prisas, a las condiciones, a la suerte o no de encontrarme con alguien humano ese día.
Miedo a no ser suficientemente guerrera para lidiar con personal sanitario no dispuesto a respetarme. Miedo a los gritos, a las burlas, a que cuestionarán mi valía, mi poder, mi capacidad para parir. Miedo a la sangre, los cortes, los puntos. Miedo a volver a sentirme fuera de juego, a tener que evadirme. Miedo a no disfrutar, ahora que sabía que se podía. Miedo a volver a verme en un potro, rodeada de personas diciéndome qué hacer, con alguien subiendo encima mío, con dolor, angustia y sufrimiento. Miedo a sentir otra vez que el momento más maravilloso de mi vida me había sido arrebatado. Miedo a dejarmelo arrebatar. Miedo. Mucho miedo.Después de leer experiencias de otras madres y el libro “La revolución del nacimiento”, me quedó claro, clarísimo que tanto físicamente, como emocionalmente, para mi hija y para mi, lo más seguro, era parir en casa. Además, se cruzó en mi camino Inma Marcos, gran persona, gran mujer, gran mamá y gran llevadora, que me lo puso aún más fácil.Pienso que esta decisión de parir en casa basada en el miedo es tan común entre las madres que paren en casa, como injusta. Colaboro con DONA LLUM, entre otras cosas para que esto no suceda.
Parir en casa está muy bien. Es una opción estupenda y con unos índices de mortalidad y morbilidad que no dejan lugar a dudas: Es una opción segura y saludable. Pero es triste que muchas mujeres decidan parir en casa porque en el hospital no se les puede garantizar un trato humano, respetuoso y una práctica clínica adecuada: basada en la evidencia científica.Por todo ello, desde DONA LLUM, trabajo / trabajamos para que todas las mujeres puedan decidir libremente dónde parir, ya sea en hospital, en casa de partos o en su propia casa…Y, que sea dónde sea…sea con respeto a ellas mismas, a sus bebés y a todo ese proceso tan maravilloso que es parir…nacer.
(9/06/2013)
Es catorce de marzo; Bonita fecha….. Sé que hoy nacerá mi princesa.
Ayer, ( martes trece), fui a desayunar con Anabel (mi súper doula), y con Mirian, por plaza Catalunya. Así que después de desayunar dos veces; (sí, dos veces!) sin comentarios (que luego me pesaron), me pasé por Marenostrum a saludar a Inma, mi matrona.
Me acompañó Anabel y así ella e Inma se conocían antes del parto.
Estoy de 41+1, llevo dos semanas con contracciones preparatorias tooooodos los días, pero no acaba de llegar el momento…
La verdad es que yo no había contado con la posibilidad de pasarme de la fpp. Mas bien siempre pensé que mi niña llegaría antes de tiempo por todo el estrés y los malos momentos emocionales pasados en los últimos meses de embarazo…pero ahí estaba; con mi panza más a gusto que nadie.
Inma llevaba un par de semanas intentando animarme y pidiéndome que me relajase y dejase de pensar en los posibles problemas que tendría cuando mi niña estuviese conmigo; Que tenía que tener ilusión y desear con todas mis fuerzas que mi niña naciese…Yo quería tenerla.
Me iba haciendo a la idea de que por muy a gusto que estuviese yo con mi barriguita eso no podía durar más…(aunque en ese momento no me hubiese importado que me quedaran tres o cuatro meses mas de embarazo). Se me hacía un mundo pensar en lo que venia después. Volver a ver al papá de Lila después de más de dos meses sin saber nada de él, y después de todo lo que había pasado; Los problemas que pensaba que podría tener con él o con su familia; ¿Cómo me iría con los dos nenes sola? Uf!! estaba tan bien y tan tranquila embarazada…creo que por todo esto yo no dejaba nacer a mi niña y empezaba a sentirme mal por ello. A parte, lo típico; Todo el mundo pendiente y preguntando si había novedades, mi familia, las madres del cole, la familia del padre, que llamaban cada día… Me sentía cada vez más presionada y cuestionada. Llegó un momento que sentí que no me creían, que pensaban que Lila ya había nacido y les estaba engañando.
Dadas las circunstancias Inma (a la que no sé cómo agradecerle lo mucho que se ha preocupado y me ha ayudado todo este tiempo) me propone empezar ya con las “ayuditas” a ver qué pasa. A mi me parece bien.
Decidimos que me haga un tacto y darme un meneito como dice ella. No me duele nada, todo hay que decirlo.
Me llevo una sorpresa; Estoy dilatada de tres-cuatro centímetros y cuello favorable. Me animo muchísimo y me alegra saber que las contracciones de las dos últimas semanas han ido haciendo su trabajo.
Me da unas perlas de homeopatía para tres días; Esa misma tarde me tomo las dos primeras. No sé exactamente que función tienen; para estar centrada o algo así dijo, yo soy bastante ignorante en este tema.
Quedamos que si en tres días no se desencadena el parto, empiezo con las tomas de aceite de ricino.
Por cierto, me pesa y en las dos últimas semanas he engordado 8 Kg. Sin palabras
Nos despedimos con la ilusión de que el próximo encuentro sea en casa mientras mi bebé nace.
¡Que bien me siento siempre después de pasar un ratín charlando con Inma; Esta mujer tiene algo especial!
Anabel y yo nos vamos en autobús hacia su casa. Le digo que me siento muy rara. Al bajar, ella se sorprende porque parece que la barriga me ha bajado muchísimo.
Comemos juntas y las contracciones indoloras que solía tener continuamente empiezan a ser un poco molestas. Las dos sabemos que me estoy poniendo de parto y que es posible que esa noche se anime el tema. Pero no quiero adelantar acontecimientos.
Me voy en autobús hacía mi casa y parece que con el traqueteo la cosa se anima, las contracciones pican un poquito. Es una sensación tan placentera que al llegar a mi parada me da pena que el viaje termine. Al bajar vuelve la calma.
Paso la tarde paseando con mi hijo. Hago la compra; Voy a ver a mi madre, que también se sorprende con lo que me ha bajado la barriga; Me tomo las perlas y me siento cada vez más rara.
Me voy a dormir muy pronto (¡y sola!), a la habitación del peque. Estoy como atontada y no quiero que nadie me moleste. Sé que es lo que está pasando pero me siento muy tranquila y relajada y me duermo enseguida profundamente. Son las 22 horas del día 13 de marzo.
Me despierto en medio de mi primera contracción de “verdad”. ¡Lo sabia! Cuando me acosté a las diez de la noche toda rara y sin cenar lo sabia. Sabia que esa noche seria al fin ¡la noche! Me quedo inmóvil en la cama, pensando; Esperando otra contracción con ansias. Tengo la sensación de haber pasado muchas horas en la cama, pero miro el móvil, ¡y sólo son la 1:00! Otra contracción. ¡Me siento genial! Seré rematadamente rara pero la verdad es que me encanta sentir ese dolor… Por fin
Me levanto. Mi hijo y mi hermana no se enteran porque hoy no me acosté con ellos como de costumbre. Lo he dicho, estaba rara, rara, esa noche…
Me voy a la habitación del ordenador y me estiro en el sofá toda concentrada para sentir más y más contracciones. Y siguen. ¡ La emoción va en aumento !
Pienso en levantarme y ponerme a limpiar y preparar todo lo que necesitaré para el parto varias veces durante la noche, pero estoy muy gandula. No tengo ganas de hacer nada.
Me meto en el foro de CN (CrianzaNatuaral) y pongo un par de mensajes. Normal, a estas horas no hay repuestas. No quiero despertar a mi hermana todavía pero tengo ganas de poder compartir estos momentos con alguien. Le mando un mensaje a mi doula con esperanzas de que lo lea enseguida, porque me sabe mal llamarla y despertarla. Al rato me contesta. Está intentando organizarse para poder venir.
Sigo con mis contracciones, no paran. ¡Me encantan! No cuento lo que duran ni cada cuánto son, estoy perrísima, demasiado relajada.
Me voy a la cama de nuevo. Son las 3:30 y quiero ver si me duermo un rato. Pero no me puedo dormir. En la cama empiezan a dolerme más las contracciones y no aguanto ahí quieta.
Inma siempre me dijo que la avisara en cuanto tuviera contracciones dolorosas porque estaba convencida de que el parto sería muy rápido. No la llamo. No quiero despertarla a estas horas. Sé que puedo ir aguantando un rato más.
Vuelvo al sofá. Ahí me estiro, me siento, me balanceo apoyada al respaldo, me pongo a cuatro patas, no paro quieta. Las contracciones cada vez son más intensas y empiezo a acompañarlas con leves suspiros. Siento placer.
Se despierta mi hermana y guardando la compostura le digo que no pasa nada, que todo está bien, que no hay cambios y que simplemente no puedo dormir. Se vuelve a la cama.
Ahora cuando lo pienso me doy cuenta que podría haber despertado a todo el mundo y estar entretenida y no ahí aburrida. XD
Consigo dormitar una horita en el sofá. Me sienta genial. Me despierta el teléfono; Es Anabel toda agobiada porque no consigue contactar con su madre para dejarle a los nenes. Ya son las 6:15 y decidimos que se vendrá pitando en cuanto los deje en el cole.
Se despierta mi hermana para estudiar un rato antes de ir al instituto. Ya le digo que estoy de parto. Y se queda a mi lado. Estoy muy a gusto con mi tata, ella está tranquila y emocionada. Los ojos le brillan por la ilusión. ¿Quién me iba a mi a decir que iba a recibir tanto apoyo de su parte durante estos últimos meses? Su confianza. Su apoyo por el parto en casa, esa decisión para mi tan importante, que a la mayoría parecía una locura y una imprudencia por mi parte… Ella me apoya y está también convencidísima de que es la mejor opción. Y está aquí, a mi lado.
Son las 7:00 decidimos llamar a Inma. Sé que a esa hora ya estará despierta. Le digo que estoy de parto y que llevo toda la noche con contracciones pero que todavía me siento bien. Me dice que viene ya. Pero yo creo que no hay prisa todavía (¿Porque no querré yo molestar un poquito?) Decidimos que contaré cada cuanto son las contracciones y lo que duran (que hasta ahora no lo he hecho por pura pereza) y que en media hora la llamo y le digo.
Se encarga del cronómetro mi hermana. Las contracciones son regulares cada tres y cuatro minutos y van durando cerca del minuto. En algunas no sé cómo ponerme. Si me pillan estirada, me levanto de un respingo y me balanceo, si me pillan de pie, me pongo de cuclillas o me agacho y aprieto contra la pared.
Voy al baño. Ya he ido durante la noche tres o cuatro veces. Ahora no encuentro el momento de levantarme. Cuando voy a intentarlo me viene otra contracción y me vuelvo a sentar. Acabo partiéndome de risa yo sola sentada en el wc.
Me llama Inma porque han pasado cuarenta minutos y no le he dicho nada todavía. Le cuento como está la cosa. Ya viene. Aunque sabemos que la ronda a estas horas está fatal. Son las 7:45.
Se despierta Miguel Ángel. Me tumbo a su lado y le doy la noticia. Al principio se piensa que le estoy gastando una broma (demasiadas noches diciendo “a lo mejor esta noche me pongo de parto” jeje). Me da una contracción y me pongo de cuclillas en el suelo, apoyando la cabeza en la cama. Se da cuenta de que la cosa va en serio y se le dibuja una sonrisa en la cara, ¡Y a mi otra!
Se levanta y enseguida me prepara un zumito de naranja (él es el encargado de los zumo y de las velas).
Vuelvo al baño . Me llama Inma y me pilla ahí. Está en un atasco. “¡Ponte un tapón y espérame!”. Me hace reír. Le digo que no se preocupe que la espero.
A las 8:50, con premeditación y alevosía, llamo a mi tía y le digo que no voy a bajar a Miguel al cole porque ha pasado mala noche con vómitos y que nos quedamos los dos en casa. Que no se preocupe. (Todos mis primos van al mismo cole que Miguel Ángel y si no bajo pues ya os imagináis el plan, ¡todo el mundo se entera que estoy de parto y se me presentan en casa!)
Llega Inma. Son las 9:10. (La portera le ha ayudado a subir todos los trastos. Me saluda antes de irse, está nerviosa y emocionada. Me la imagino en las escaleras, preocupada, esperando que nazca la nena. Menos mal que no lo hace XD).
Me hace el primer y único tacto. 4 centímetros y cuello borrado. Frecuencia cardíaca perfecta. Prevé que el nacimiento se producirá sobre las dos o las tres del mediodía. A mi me parece que he dilatado muy poco para haber estado toda la noche con contracciones pero no digo nada y tampoco le doy más importancia.
Llega Anabel. Está contentísima de ver que estoy bien y que ha llegado a tiempo. Anabel también me da mucha tranquilidad y me gusta como me habla bajito y dulce. Yo vuelvo a mi trono (Trono = wc). Empiezan a montar el escenario del parto. Yo no hago nada y siento que a lo mejor tengo un poco de morro, pero sigo a lo mío.
Creo que Inma monta la piscina y Anabel y mi tata me están preparando los sofás y la cama.
Llega Marta. Me saluda desde la puerta del baño porque sigo en mi trono, no hay quien me levante de ahí :-S .
Sale mi hijo de su habitación. Lo veo y no puedo parar de reírme… ¡Va en bañador! ¡Con albornoz, gorro y las gafas de piscina! Menudo panorama
A Inma no le hace tanta gracia y le dice que se vista, que la piscina no es para él…pobre…
Consigo levantarme y me voy con él a mi habitación. Anabel me la está acabando de preparar; Lo han cubierto todo con plásticos y me han puesto unas colchas bien dobladas encima de la cama como un gran almohadón.
Hablo con Miguel Ángel porque está disgustado. Dice que él no está haciendo nada. Que no me está ayudando en nada y que la faena que le dan para hacer no le gusta. Justo en ese momento llega Inma y le dice que lo mejor que puede hacer es pasar desapercibido. Se lo dice toda seria. Y él se enfada mucho y se va a su cuarto.
Me pongo a cuatro patas en la cama, recostada sobre el gran almohadón. Marta, que es un cielo, me masajea la espalda.
Mi hijo sale de la habitación vestido y con intención de irse al cole. Porque ahí no hace nada, dice. Hablo con él pero es tan tozudo… ¡Las velas! Claro que tiene algo que hacer, ¡encender velas! Se pone a encender velas por mi habitación como un loco. Feliz.
Las contracciones ahora parece que no son regulares, puedo estar cinco minutos hablando con mi hijo sin tener ni una. Pero sí duelen bastante más, y lo que yo me temía, ¡vienen de riñones! Menos mal que tengo a Marta que me pone sobre los riñones la bolsa de agua caliente y me masajea a la vez. Empiezo a quejarme un poco en las contracciones y a respirar bastante fuerte.
Inma propone a Anabel que se vaya a dar una vuelta, ella, mi hermana y mi hijo. Todavía parece quedar bastante rato de parto, y así yo estaré más tranquila.
Mi hijo no se quiere ir. Sigue encendiendo velas XD. Hablo con él. Le digo que es importante que vaya y me compre un par de cosas que sólo él sabe dónde encontrar. Se van al mercadona; Está a tres calles. Son las 10:20.
Yo sigo en mi cama. Marta se ha ido con Inma a la habitación del ordenador. Inma aprovecha a ratos y va haciendo cosas en el PC.
Me siento sola y me levanto con intención de llegar a ellas. Me agacho en mitad del pasillo, tengo una contracción. Me asomo a la habitación y me dicen que me están contestando en el foro, y me acuerdo que les dije algo así como que ahora eso me da igual (¡lo siento!).
Me di la vuelta y me fui camino de mi habitación, pero me dio otra contracción y vi mi trono ahí al lado, y me volví a sentar (!!)
¡Empiezo a soltar el tapón mucoso! Me da mucha alegría.
Con mi hijo Miguel lo perdí justo una semana antes del parto pero con Lila nada de nada hasta ese momento.
Se asomaron a verme y les dije que no me podía levantar todavía porque no paraba de soltarlo. Me dice Inma que tenga cuidado de no cagar a la niña o algo así. Yo ya no estaba para muchas bromas. Me hacían gracia pero ya no me reía.
Consigo levantarme y voy a llamar a mi madre para decirle que se venga cuando pueda. Son las 10:35. Ya había decidido que la avisaría cuando estuviera ya todo preparado. Ella no está para muchos trotes porque hace unos días que la operaron, pero no se quiere perder el parto. Me coge el teléfono a la misma vez que me está dando una contracción que no me deja casi ni hablar y sólo le digo que estoy de parto y que venga cuando quiera (supongo que con voz de ultratumba). Ella me pregunta algo pero le cuelgo directamente. Pobre. Me supo mal pero es que no podía hablar.
Me voy para mi habitación y vuelvo a la posición de antes. Marta me da calor y masajes. Estas contracciones me están dejando k.o. Vuelven a ser regulares y mucho más intensas. Empiezo a gemir bastante en una de ellas y viene Inma sorprendida y pregunta si ese gemido ha salido de mi; ¿de quién si no?. Me observa.
Yo me miro al espejo que está delante de mi y empiezo a pensar que yo no soy capaz de aguantar esa intensidad, esa fuerza, esa tensión, durante cuatro o cinco horas más que es supuestamente lo que queda (Según Inma, la pitonisa). Tengo el primer y único momento de duda, de miedo, de sentirme incapaz. Me miro al espejo y me veo frágil… “No entiendo cómo podía estar tan segura de parir en casa, ¡en menudo lío me he metido yo sola! Ahora yo tengo que salir de este embrollo como pueda, y no puedo moverme ni salir pitando para el hospital, ya no tengo más remedio que aguantar y parir a mi hija. Como pueda.”
Sólo lo pensaba, era incapaz de verbalizar tanta duda sólo decía “¡no puedo aguantar!” entre gemidos.
Inma se pone a mi lado y me dice que claro que puedo, que lo estoy haciendo muy bien; Se levanta y veo que llama por teléfono. “Anabel, ¡venid ya! ¡Que ya viene!”. Alucino. Mis miedos y mis dudas se quedan atrás. Si queda tan poquito, ¡claro que puedo!. Son las 10:45.
En las siguientes contracciones mis gemidos van en aumento y por primera vez siento ganas de empujar. Más bien siento que mi cuerpo empieza a empujar. Me sorprendo tanto que grito confundida “¡Tengo ganas de empujar!”. Inma está a mi lado, a los pies de la cama y me dice que empuje si es eso lo que me pide el cuerpo. Dulce, tranquila, serena. Empiezo a empujar. ¡Qué sensación más intensa, más maravillosa! Me sentía fuera de mi…
Marta sigue con los masajes. ¿Qué hubiera echo yo sin sus manos? Inma se pone a mi lado y me ánima. Dice que lo estoy haciendo bien y que cuando termine esa contracción puedo meterme en la piscina, aunque no le ha dado tiempo a llenarla; está en ello.
Anabel, Yasmina y Miguel Ángel llegan justo cuando estoy a punto de levantarme e irme a la piscina. Inma me acompaña y me ayuda a meterme en el agua. A penas hay un palmo pero está calentita y se agradece muchísimo. Estamos casi a oscuras; Son las 10:55.
Estoy bastante tensa en el agua. Las contracciones son muy fuertes y de momento no me dejo llevar y empujo con timidez. Tengo resistencias.
Mi hermana está detrás mío y cubre mi frente con un paño fresquito entre contracción y contracción. Éstas parecen que no acaben nunca y no puedo diferenciar cuando acaba una y empieza otra.
Creo estar gritando con fuerza, y estoy como en otro mundo, pero de vez en cuando centro mi mirada y vuelvo a mi salón, paro de chillar, y con voz tranquila digo algo así “chillo mucho pero no es para tanto pero como estáis aquí…” todos ríen.
En medio de otra contracción me quedo mirando a Inma y le digo con penita que me ayude….jaja….¡pobre! ni que ella pudiera hacer más de lo que está haciendo…
De vez en cuando comprueban el latido del corazón de mi princesa. Aguanta estupendamente las contracciones.
Inma me dice que me relaje, que estoy muy tensa. Que relaje los hombros, que me estire en el agua. Lo hago. Me estiro en el agua, cierro los ojos…¡que gustazo! Ahora estoy mucho mejor. Vuelvo a sentarme con las piernas bien abiertas. Mi hijo me ofrece agua fresquita; Bebo un poco. Está a mi lado y no se pierde detalle. Aunque yo no hago caso a nadie. En este momento como si hay millones de personas mirando que a mi me da igual, yo a lo mío
Llega mi madre. Se acerca y me da un beso mientras me anima.
Son las 11:15. Sigo relajada y mi cuerpo empuja con mucha fuerza, como si me fuera la vida en ello. Me siento muy bien. Entre contracciones sonrío como una boba. Me siento flotar, como drogada, ¡endorfinas maravillosas!
Es una sensación increíble; Tu cuerpo descontrolado y te dejas llevar…
Pienso que voy a rajarme y lo grito. Me aconsejan poner mi mano para notar a mi niña y así lo hago. ¡Increíble! ¡Cómo quema! (Me acuerdo de los partos que he leído. Es el aro de fuego). Está ahí. Empujo poco a poco y notando como sale su cabecita. Tienen que apartar mi mano para poder ver. Ya está casi toda la cabeza fuera. ¡Mi hijo aplaude emocionado! No empujo. Respiro profundamente con la boca abierta. Esperaré a la próxima contracción.
La cabeza está fuera y Marta comprueba que no hay vuelta de cordón. Su corazón late con fuerza y a buen ritmo. No pasa ni un minuto y empiezo a empujar con fuerza y es entonces cuando llega el momento más esperado. La sensación es indescriptible, increíble. Da un revuelco y sale escurriéndose como un pececito, ¡qué placer! La ponen sobre mi pecho y enseguida llora.
No sé si reír o llorar. Estoy feliz. ¡Mi princesita ya está aquí!. La miro y sí, se llama Lila. Todos están muy emocionados. Yo estoy como en una nube. Son las 11:25.
Pasan quince minutos, más o menos, antes de que Miguel Ángel, con la ayuda de Marta, empiece a cortar el cordón de su tati. Está muy duro y acaba cortándolo Yasmina.
Llevo rato con ganas de empujar. Inma coge a Lila y la deja nadar antes de sacarla del agua. Me levanto pero no me da tiempo a salir del agua, empujo un poco y sale la placenta. Está perfecta.
Me tumbo con Lila en el sofá y sigo intentando que se agarre al pecho. Le está costando un poquito pero enseguida lo conseguimos. Llora mucho…que carácter!!
Inma y Marta comprueban el estado de mi periné: Para mi asombro no tengo más que un pequeño arañazo superficial en el interior de un labio, que, evidentemente, no suturan.
Al auscultar a Lila comprueban que tiene un poquito de liquido en el pulmón derecho. Le dan homeopatía y van comprobando que va mejorando poco a poco. Una hora más tarde se le escucha totalmente limpia.
Son las 12:15. Me levanto y me voy a la ducha. Me parece increíble lo bien que me encuentro. Apenas he sangrado durante el parto. Y me siento fuerte.
Salgo como nueva. A Lila la han vestido entre Anabel (su madrina y tía postiza) y mi madre.
Ya está casi todo recogido. ¡Que eficaces que son!
Me quedo en el comedor porque empiezan a llegar las visitas. Hasta sube la portera que estaba preocupadísima. Por lo visto, nadie se ha enterado de los gritos, ni siquiera ella, que estaba pendiente.
Mi hijo dice que ha sido mucho mejor de lo que esperaba. Está emocionado. Mira a su hermana con mucho amor.
Me encuentro mejor que nunca. Estoy radiante. Mi vida nunca volverá a ser igual.
Todo ha valido la pena. Siempre supe que hacia lo correcto. Siento que algunas personas no lo vieran así.
Quiero dar mi mas sincero agradecimiento a Inma y Marta por su apoyo y ayudarme a vivir el momento más maravilloso de mi vida. Sin ellas nada de esto hubiese sido posible.
A Yasmina por estar antes, durante y después. Espero y deseo que dentro de unos años intercambiemos los papeles
A Anabel, ¡cuánto me alegro de haberte conocido! Mil gracias por ser la mejor doula que se pueda tener.
A mi madre por su apoyo en mis ideas…¡gracias!
Y a mi príncipe. ¡Gran defensor de mi “locura”! Gracias por compartir estos momentos conmigo.
A mi hija Lila por escogerme como mamá y hacerme este primer regalo tan valioso.