Parto de Liam (en casa)


Ahí va la historia de mi parto y del nacimiento de Liam. Espero que ayude a todas esas mamás que puedan tener dudas y me encanta poder compartir lo que para mí ha sido…pura vida 💚.

No puedo explicar el nacimiento de Liam sin explicar mi nacimiento como madre.
Con Nora fue un parto natural muy luchado en hospital. Y digo muy luchado, porque no fue nada respetado. Lo recuerdo como una batalla constante con la comadrona y el comadrón que me tocaron en el turno.
Yo iba informada, empoderada, con ganas e ilusión y me sentí constantemente juzgada e incitada a poner epidural, al estar al tanto no me hicieran episotomia, y para finalmente después de 17horas de batalla acabar pariendo sin epidural en total litotomia a pesar de repetir más de 5 veces que así no podía, una ayudita a la dilatación manual y una kristeller de regalo. “Ya me lo agradecerás” me decía una y otra vez.
Y ahí me espinita…cual síndrome de estocolmo se lo agradecí una y otra vez… Cómo me gustaría poder hablar con el comadrón Pablo para decirle ahora todo lo que pienso…y cuatro cosas más ya de paso…
Desde ese momento entendí que mi segundo bebé lo tendría en casa, si o si, porque no quería vivir el parto como una lucha constante, porque quería disfrutar de libertad y de respeto.
Me compré un cerdito hucha y todo mi trabajo extra dedicado a niños y familia ha ido destinado a poder cumplir con este sueño. Y después de dos años de crianza y esfuerzo, me encuentro con mi útero y mi cerdito vacío y con mis brazos y el alma llenos de amor y emoción.

Todo empezó el primer fin de semana de febrero. Yo sabía que la última semana mi cuerpo se estaba preparando para su llegada. La pérdida continua de tapón mucoso, los pródromos nocturnos que empezaban siempre a las 3 y paraban sobre las 5…la llegada de Liam estaba cerca.

Ese fin de semana, siguiendo el consejo de mi comadrona, lo dediqué a disfrutar de mis 5 sentidos: gusto, tacto, olor, vista y sonido. Un buen chocolate a la taza en familia (total, ya no iba de kilo arriba kilo abajo), jugamos en casa con plastelina y arena cinética, cocinamos galletitas caseras (de esas que hacen que la casa te huela a panadería) , fuimos de mini excursión a la montaña y para acabar el domingo una ducha larga con mi música preferida.
Disfruté cada momento, tanto de mis ratitos de soledad con mi pancita, como los ratitos de juego en exclusiva para mi peque. En fin, de la vida a tres.

El domingo por la noche empecé con contracciones, eran rítmicas pero espaciadas, después de una noche movidita decidí llamar a mis comadronas a eso de las 7 y le dije a mi marido que se quedase en casa. Llegaron a las 9 y para entonces las contracciones habían casi parado.
No me lo podía creer! Llevaba toda la noche y estaba segura que llegaba el momento! Me sentí súper novata… (gracias Pepi y Alexandra por hacerme sentir arropada)
Pasamos todo el lunes en familia, a la espera de alguna señal…y nada.
Llegó la noche y vuelta a empezar. Ésta vez decidí meterme en la cama e intentar no pensar. Pero de golpe a las 4 fui al baño y en una contracción sangré. Volví a llamar a mis comadronas y vino Yanina. Se quedó en casa acompañándonos y nos recomendó intentar descansar. Cómo las contracciones se estaban espaciando quedamos en que ella se iría y que yo intentase desconectar, me recomendó que a pesar de que mi peque quería estar en el parto, (siempre decía que ella era mi llevadora y que ayudaría a sacar al germanet), que esa mañana mejor se quedase con los yayos, para poder desconectar y descansar, ya que iban dos noches seguidas de falsa alarma y estábamos todos KO. Me pareció buena idea ya que parecía que estando ella me quedaba en estado de alerta y todo paraba. Así que así lo hice, mandé a mi marido a trabajar y a la peque a pasar la mañana y la siestita con los abuelos.
A las 10.30 se llevaron a mi peque y yo después de una duchita me dediqué a relajarme en el sofá viendo la tele. Me puse operación triunfo y recuerdo cantar entre contracciones. Estaba feliz, era de día y las contracciones seguían!
Se acercó mi madre para verme y justo vino una laaaarga , la cara de mi madre fue un poema y me dijo “no esperes mucho y avisa que ésta ya parece de parto” y le dije “que va mama, estoy bien es flojita. Nos vemos luego” y por mi dentro pensaba “ yujuuuuuuu” . Sola, con mi pelota, música… y parecerá loker, pero disfrutando de las contracciones que llegaban, subían fuertes y dejaban mi cuerpo relajado para poder seguir cantando.
A las 12.30 pensé que mejor avisar. Me daba vergüenza que fuese la tercera vez de falsa alarma, pero ésta vez estaba sola y mi marido en la otra punta trabajando, así que pensé que mejor avisar a las comadronas y si veía que no paraba lo avisaba para que viniese.
Llamé a la 13h y recuerdo que Yanina me preguntó “voy rápido o puedo recoger e ir ?” Y le contesté “ven pero tranquila, no hay prisa” Y de verdad lo creía!
A la 13.30h decidí llamar a mi marido porque veía que ésto ya no iba a parar y si seguía así quizás no llegaba a tiempo!

Justo a las 14h rompí aguas en una supermegacontraccion en la que noté que era Liam quien empujaba con todas sus fuerzas. De golpe lo noté abajo, fuerte y decidido y yo solo podía pensar “despacito cariño que estamos solos”.
Como pude me quité la ropa mojada, cogí una toalla y de repente picó mi comadrona a la puerta. Qué alivio!!!!!! Le dije que acababa de romper aguas y me ayudó a coger el mocho y recoger. En menos de dos minutos estaba todo recogido y ella montando la piscina, mientras yo solo podía acompañar las olas que llegaban fuertes y rítmicas con mi voz y pidiéndole al pequeñín que viniese decidido pero suave.
Justo se estaba acabando de inflar la piscina que llegó mi marido. Nada más entrar, Yanina le pidió que preparase la manguera. Recuerdo que no había ni un palmo de agua que dije que quería entrar pero que no sabía cómo! (Que alto es aquello y yo que bajita!) Me ayudaron a entrar y mientras encontraba mi posición llegaron Rocío y Ana, mis dos amigas y compañeras que quería que estuviesen con nosotros durante el parto, y también las otras comadronas, aunque ya no recuerdo en qué momento, ya que una vez me coloqué Liam empezó a empujar, me toque y pensé (inocente de mi) por aquí todavía no cabe, queda rato…y justo estaba pensando ésto que en mi mano noté como caía su cabecita, grande, caliente y llena de pelo! Cuánto pelito!!!
Recuerdo decir “que fuerte es esto!!!!!” Y mi comadrona me dijo “que bien lo haces, sigue así,acompaña, todo lo de la naturaleza viene fuerte, como los huracanes y la lluvia, respira y acompaña”
Y es que lo que sentí es exactamente eso. Yo acompañaba a mi hijo aportándole mi cuerpo pero el trabajo lo hizo él. Empujaba fuerte y decidido mientras yo me relajaba y procuraba estar abierta para facilitarle el camino.
Que sensación más fuerte de rendición. Solo debía dejarme llevar. No hacía falta luchar, ni empujar , solo respirar y dejarle hacer.
Nada de sigue sigue, empuja empuja…el cuerpo hacía, solo debía dejarme llevar.
Faltaron dos contracciones más para que acabara de salir el cuerpo. Justo a las 14.34 del martes día 6 de febrero nació mi pequeño en el calor de su casa y rodeado de tranquilidad.
Calentito, largo, con olor a bollito tierno y unos ojitos abiertos como un rayito de luz, como su padre.
Lo miraba y no podía parar de pensar “mi niño, cuanto trabajo, debes estar agotado!”
Y entonces me acordaba de todas vosotras, de las de veces que nos han robado y nos roban a las mujeres la oportunidad de sentir esa fuerza, esa energía que viene sola, incontrolable, fuerte, loca, decidida. Pura vida.

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